Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama en el Primer Domingo de Adviento, ciclo C, correspondiente al domingo 28 de noviembre de 2021. La lectura está tomada del Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36.
¿Hoy comienza en la Iglesia la preparación para la Navidad?
Los comercios ya se han adelantado, pues así piensan vender más.
Pero en la liturgia de la Iglesia hoy es el Primer Domingo de Adviento y el comienzo del Año Litúrgico. ‘Adviento’ significa ‘Venida’, porque nos preparamos a la Venida de Jesús en Belén.
Nos alegramos por ello. Jesús es nuestro mejor amigo. Y nos alegra con su venida, porque lo que Él trae es amor, satisfacción, alegría… Isaías llama a Jerusalén “Alegría” (Is 65, 18). Y Jeremías la llama “Señor –nuestra- justicia”. Eso también se aplica a la ‘nueva’ Jerusalén: la Iglesia. Lo nuestro es ser justos y estar alegres.
¿Ocurre lo mismo en otras religiones?
Lo que realmente hace novedosa nuestra fe, con respecto a otras religiones, es que nuestro Dios se encarnó, se hizo hombre, compartió nuestra condición humana, menos en el pecado, asumiendo todas las consecuencias de la Encarnación. No nos dejó abandonados, sino que vino a rescatarnos de nuestras miserias personales y sociales, y murió por nosotros.
Y, sobre todo, Jesús es nuestro amigo.
Un amigo es aquel que se queda, cuando todo el mundo se ha ido. Los verdaderos amigos no calculan costos, ni están midiendo gota a gota su propia entrega. Un verdadero amigo no sabe de ahorros, ni de moderaciones en la generosidad.
Así es Jesús, nuestro mejor amigo: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15, 31), decía Jesús antes de su propia entrega hasta la muerte, y muerte de cruz.
Pero Él no sólo vino en Belén, cuando nació de la Virgen.
¿Tiene entonces otro tipo de venida?
El evangelio de hoy habla de que Jesús puede venir en cualquier momento, inclusive después de una gran catástrofe, como si fuera el Fin del mundo.
Pero Jesús nos anima y nos invita a no sentir miedo: “Cuando comiencen a suceder estas cosas, anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán liberados”.
Jesús viene en el acontecer diario, en la gente, en los lugares y sitios en que menos esperamos encontrarlo. Viene en el pobre. Viene en una frase de la Biblia que te llamó la atención.
Los cristianos hemos de vivir despiertos y vigilantes para descubrir al Hijo del Hombre que viene continuamente a nuestros rincones, y construye su Reino con los gestos, las palabras y los silencios de los hombres y mujeres de todos los tiempos, también de los nuestros. Viene en las actividades de nuestra iglesia: en la liturgia, en los Ejercicios Espirituales en la Vida Corriente, en la Lectura Orante de la Biblia, en la “Corona del Adviento”, en el Apostolado de la Oración…
Jesús nos trae un mundo restaurado, un comienzo de amor, paz y justicia, un nuevo mundo, donde la maldad terminará – donde la creación será restaurada según el diseño de Dios.
Por eso Jesús nos enseñó a rezar: “Venga a nosotros tu reino” (11:2).
Jesús es mucho más que un recuerdo de hace dos mil años. Jesús es presencia viva hoy.
Hoy viene a mi encuentro en el misterio de la comunidad aquí reunida, en el empujón de la Palabra de Dios compartida, en el misterio grande del pan y del vino, en el amor de los hermanos. Hoy, Jesús está aquí con nosotros, en esta fiesta, en esta asamblea eucarística.
¿Qué nos recomienda Jesús para los tiempos difíciles?
Jesús nos habla con claridad y nos previene de tres cosas, que nos pueden alejar de Él: “No caigan en la trampa de los vicios, de la borrachera y de las preocupaciones de la vida” (v. 34). Eso sería vivir de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo tramposo de vida les hará cada vez menos humanos. Vamos por partes:
– En los vicios hay satisfacción de placeres extravagantes, inmoderados y libertinos. Es lo opuesto a servir. El vicioso desperdicia tiempo, dinero, relaciones y vidas.
– En la embriaguez se usa o se pierde mucha energía sin el cumplimiento de trabajo útil. La embriaguez generalmente va asociada con el alcohol, pero se aplica también a los efectos intoxicantes de las drogas. La embriaguez aplana nuestras inhibiciones y nuestro juicio, y reduce nuestra capacidad mental y física. ¿Cómo podemos estar alerta si estamos embriagados?
– Las preocupaciones de esta vida consumen nuestra energía sin cumplir nada, y encima nos dejan tensión alta y stress.
Pero hay además otras trampas.
¿Cuáles?
El mayor pecado no es el sexo, ni las drogas… Quizá el mayor pecado de los cristianos es «dejar para más tarde» el encuentro sincero con el Señor, porque, hoy por hoy, estoy atado con trampas y afecciones desordenadas. Decimos: “Sólo vale lo que me gusta”.
Vivimos como si la telenovela de nuestra vida no fuera a tener final.
Pero, imagínese que mañana tiene una cita con su médico y al final de la visita le dice: “Tiene cáncer y le quedan unos meses de vida”.
La Palabra de Dios en este primer domingo de Adviento es nuestra cita con el médico Jesucristo. Esta cita no es sólo personal, sino también comunitaria.
Todos nosotros somos hombres y mujeres que estamos en la lista de espera. Adviento es tiempo de espera y de purificación, de vigilancia y de alerta.
Jesús nos pide que estemos alerta, como en la Parábola del novio y las damas de honor que lo esperaban con la novia. El novio puede llegar en cualquier momento, y nosotros debemos esperarlo con las lámparas encendidas.
Las dos primeras Lecturas de hoy hablan de justicia y derecho (Jer 33, 15) y de amor (1 Tes 3, 12 — 4,2). Es la misión del “Hijo de Dios”, cuya primera venida al mundo celebramos en Navidad.
Y es la misión de la comunidad cristiana en la construcción del ‘derecho y la justicia’, y en forjar una sociedad distinta donde sea posible la justicia, la fraternidad y la paz, en las que se expresa históricamente el Reino de Dios. Para que todos los pobres puedan llamar a este país ‘justicia’ y ‘alegría’.
José Martínez de Toda, S.J. (martodaj@gmail.com)