Como es habitual al final de cada viaje, el Papa Francisco habló con los periodistas en el vuelo a su regreso de Colombia.
La primera pregunta durante la Rueda de Prensa que concedió el Papa Francisco durante el vuelo de regreso a Roma procedente de Cartagena de Indias en Colombia la formuló César Moreno, de “Radio Caracol”:
Mi pregunta es la siguiente: Usted llegó Santo Padre a un país dividido, por cuenta de un proceso de paz, entre los que aceptan y no aceptan ese proceso, ¿qué hacer concretamente, qué pasos dar para acercar a las partes divididas, para que dejen ese odio, para que dejen ese rencor? ¿Si Su Santidad pudiera volver a nuestro país en unos años, cómo cree, cómo le gustaría ver a Colombia? Gracias.
“A mí me gustaría al menos que el lema ‘Demos el segundo paso’, al menos fuera ese. Fueron, yo pensaba que eran más, calculaba por los sesenta, pero me dijeron 54 años de guerrilla más o menos, y ahí se acumula mucho, mucho, mucho odio, mucho rencor, mucha alma enferma, y la enfermedad no es culpable, viene, te agarraste un sarampión y te agarra”.
Y prosiguió diciendo:
“Disculpen, hablo en italiano. El alma enferma… la enfermedad no es una cosa culpable: viene. Y con estas guerrillas que verdaderamente han hecho – tanto la guerrilla, como los paramilitares, o aquellos de allá, y también la corrupción, tantas veces, en el país – han cometido pecados graves que han provocado esta enfermedad del odio… Pero hay pasos que dan esperanza, pasos en la negociación, el último, el cese de fuego del Ejército de Liberación Nacional. Se los agradezco mucho, agradezco tanto por eso. Pero hay algo más, que he percibido, que son las ganas de ir adelante en este proceso y que va más allá de las negociaciones que se están haciendo y que se deben hacer. Es un deseo espontáneo, y allí está la fuerza del pueblo. Allí… Yo tengo esperanza en esto. El pueblo quiere respirar, pero debemos ayudarlo y ayudarlo con la cercanía, la oración y, sobre todo, con la comprensión del enorme dolor que tiene mucha gente.
A continuación, José Mojica, de “El Tiempo” – casa editorial de Colombia – preguntó al Pontífice:
Colombia ha sufrido muchas décadas de violencia por cuenta de la guerra, por el conflicto armado y también por el narcotráfico, sin embargo, los estragos de la corrupción en la política han sido tan perjudiciales como la misma guerra, y aunque no es nueva la corrupción, siempre hemos sabido que existe, sabemos que siempre ha habido corrupción, ahora es más visible porque ya no tenemos las noticias de la guerra, del conflicto armado. ¿Qué hacer ante este flagelo, hasta dónde llevar a los corruptos, cómo castigarlos y, por último, habría que excomulgar a los corruptos?
“Vos hacés una pregunta que yo me la planteé muchas veces, yo me lo planteé de esta manera: ¿el corrupto tiene perdón? Yo me la planteé así, ¿no? Y me la planteé cuando hubo un acto – en la provincia de Catamarca, en la Argentina – un acto de maltrato, abuso, de violación de una chica, y había gente metida allí muy ligada a los poderes políticos y económicos de esa provincia”.
“Sentí tanto un artículo de [Rogelio] Frigerio publicado en “La Nación” en aquel tiempo; yo he escrito un pequeño libro que se titula “Pecado y corrupción”. Todos somos pecadores siempre y nosotros sabemos que el Señor está cerca de nosotros, que Él no se cansa de perdonar. Pero la diferencia es que Dios jamás se cansa de perdonar, y el pecador a veces se anima y pide perdón. El problema es que el corrupto se cansa de pedir perdón y olvida cómo se pide perdón: éste es el problema grave. Es un estado de insensibilidad ante los valores, ante la destrucción, ante la explotación de las personas. No es capaz de pedir perdón. Es como una condena por lo cual es muy difícil ayudar a un corrupto; muy difícil. Pero Dios puede hacerlo. Yo rezo por eso”.
Por su parte Hernán Reyes, de “Télam”, le preguntó al Santo Padre – en nombre de un grupo de periodistas de lengua española, si piensa que les es posible replicar el modelo colombiano en otros conflictos existentes en el mundo, teniendo en cuenta que el Papa se refirió al primer paso hecho por Colombia. Y considerando asimismo que en su última Misa dijo que el diálogo entre ambas partes tuvo necesidad de que se incorporaran más actores:
“Integrar a otras personas… También hoy, en la homilía hablé de esto inspirándome en el pasaje del Evangelio. Integrar a otras personas: no es la primera vez… en tantos conflictos se han integrado a otras personas. Es un modo de ir adelante, un modo sapiencial, de política, ¿no? Está la sabiduría de pedir ayuda… He querido señalar en la homilía que más que una homilía era un mensaje: creo que estos recursos técnico-políticos ayuden. Requieren a veces la intervención de las Naciones Unidas para salir de la crisis. Pero un proceso de paz sólo irá adelante cuando lo toma el pueblo en sus manos. Si el pueblo no lo toma en sus manos, se podrá ir adelante un poco, se llegará a un compromiso… Es lo que he tratado de hacer sentir en esta visita: el protagonista de la pacificación o es el pueblo o se llegará a cierto punto; pero cuando un pueblo lo toma en sus manos, es capaz de hacerlo bien. Yo diría que ese es el camino superior. Gracias”.
Tras informarse acerca de las condiciones del Papa tras el pequeño accidente, Elena Pinardi le preguntó si cree que hoy los líderes políticos que rechazan colaborar con otras naciones para controlar las emisiones de los gases que producen el efecto invernadero tienen su responsabilidad en eso, y por qué niegan que el cambio climático sea también obra del hombre, teniendo en cuenta lo sucedido recientemente con el huracán Irma y sus consecuencias de muertos y daños enormes en las Islas del Caribe, Cuba, etc.
“Gracias. La última parte, y para no olvidarla: quien niega esto debe ir a ver a los científicos y preguntarles a ellos. Ellos hablan de modo clarísimo. Los científicos son precisos. El otro día, cuando salió la noticia de aquella nave rusa – creo – que pasó de Noruega a Japón o a Taipéi pasando por el Polo Norte, sin el rompehielos, y las fotografías hacían ver los pedazos de hielo… Por el Polo Norte, ahora, se puede pasar. Es algo muy claro. Es muy claro. Cuando salió aquella noticia, de una universidad – no recuerdo de dónde – salió otra que decía: “Tenemos sólo tres años para volver atrás. De lo contrario, las consecuencias serán terribles”. Ignoro si “tres años” es verdad o no; pero si no volvemos hacia atrás nos vamos abajo, eso es verdad. Del cambio climático, se ven los efectos y los científicos indican claramente cuál es el camino a seguir. Y todos nosotros tenemos una responsabilidad: todos. Cada uno una pequeña, más grande, una responsabilidad moral: en el aceptar, dar la opinión o tomar decisiones… Y debemos tomar esto en serio. Creo que es algo sobre lo que no se puede bromear: es una cuestión muy seria. Y Usted me pregunta: ¿Cuál es la responsabilidad moral? Cada uno tiene la suya. Incluso los políticos tienen la suya. Cada uno tiene la propia. Según la respuesta que da”.
Elena Pinardi acotó que hay quien percibe que estamos yendo hacia el apocalipsis con todos estos eventos atmosféricos…
“No lo sé – dijo el Papa – pero yo diría que cada uno tiene su propia responsabilidad moral. Primero. Segundo: si uno está un poco dudoso acerca de que esto sea verdad o no, que se lo pregunte a los científicos. Ellos son clarísimos. No son opiniones en el aire: son clarísimos. Y que después decida. Y la historia juzgará las decisiones. Gracias”.
Enzo Romeo de la RAI, se refirió a la necesidad, tantas veces reiterada por el Pontífice, de hacer la paz con la creación y respetar el ambiente. Y refiriéndose a los muertos que provocó un aluvión en la ciudad italiana de Livorno, le preguntó: ¿por qué tarda una toma de conciencia, sobre todo de parte de los gobiernos, que parecen tan atentos en otros sectores como el de los armamentos? Estamos viendo, por ejemplo, la crisis de Corea.
Y el Papa Francisco respondió:
“¿El por qué? Me viene a la mente una frase del Antiguo Testamento: el hombre es un necio, es un testarudo que no ve. El único animal de la creación que tropieza dos veces con la misma piedra, es el hombre. El caballo y los otros no, no lo hacen. Está la soberbia, la presunción de decir: “No, pero no será así…” Y después está el “dios bolsillo”. No sólo con respecto a la creación: tantas cosas, tantas decisiones, tantas contradicciones… y algunas de estas dependen del dinero. Hoy, en Cartagena, yo comencé por una parte de Cartagena, llamémosla, pobre. Pobre.
La otra parte, la parte turística, lujo y lujo sin medidas morales, digamos. Pero ¿aquellos que van allá, no se dan cuenta de esto? ¿O los analistas sociopolíticos no se dan cuenta? El hombre es un necio, decía la Biblia. Y así, cuando no se quiere ver, no se ve. Se mira solamente a una parte.
Y de la Corea del Norte, te digo la verdad: yo realmente no entiendo. Porque de verdad no entiendo aquel mundo de la geopolítica, es muy arduo para mí. Pero creo que, por lo que veo, allí hay una lucha de intereses que se me escapan, no puedo explicar, de verdad. Pero el otro aspecto importante es que no se toma conciencia. Piensa en Cartagena, hoy. Esto es injusto y ¿se puede tomar conciencia? Esto me viene a la mente”.
Seguidamente fue el turno de Valentina Alazraki de Televisa quien, en primer lugar, le preguntó al Santo Padre cómo estaba a causa del pequeño incidente en el papamóvil, y el Papa le dijo:
“No me duele… ¡Me dejaron un ojo negro!”
La periodista mexicana preguntó después al Pontífice sobre la ley de los “dreamers”, de los soñadores, que ha sido abolida en los Estados Unidos. ¿Usted no piensa que con esta ley, con esta abolición, estos chicos – mexicanos, colombianos, de tantos países – pierdan la alegría, la esperanza, el futuro?
“He escuchado acerca de esta ley. No he podido leer los artículos y como se toma la decisión. No la conozco bien, pero, primero: separar a los jóvenes de la familia no es una cosa que da buen fruto, ni para los jóvenes, ni para la familia. Yo pienso que esta ley – que creo que venga no del Parlamento sino del Ejecutivo – si es así, pero no estoy seguro, hay esperanza de que se la repiense un poco. Porque yo he escuchado hablar al Presidente de los Estados Unidos: se presenta como un hombre pro-vida, y si es un buen pro-vida entiende que la familia es la cuna de la vida y que se debe defender la unidad. Por esto, yo tengo interés en estudiar bien esta ley.
Pero, verdaderamente – en general, ya sea en este caso o en otros casos, cuando los jóvenes se sienten explotados, como en tantos casos, al final se sienten sin esperanza. Y ¿quién la roba? La droga, otras dependencias, el suicidio… el suicidio juvenil es muy fuerte y sucede cuando vienen separados de las raíces. Es muy importante la relación de un joven con sus raíces. Los jóvenes desarraigados hoy, piden ayuda: quieren reencontrar las raíces. Por eso yo insisto tanto en el diálogo entre jóvenes y ancianos. Un poco exceptuando a los padres. Que dialoguen con los padres, pero los ancianos, son importantes, porque allí están las raíces. Y son un poco más lejanas, para evitar los conflictos que puede haber con las raíces más próximas, como aquella de los padres. Pero los jóvenes hoy tienen necesidad de reencontrar las raíces. Cualquier cosa que vaya contra las raíces les roba la esperanza. Éste es el problema. Pero de veras, sobre aquella ley no quiero expresarme porque no la he leído y no me gusta hablar de aquello que no he estudiado antes. Y además, Valentina es mexicana y México ha sufrido tanto, y con es esta última cosa les pido a todos por solidaridad con la “decana”, una oración por su patria”.
A continuación, Fausto Gasparroni de la agencia Ansa preguntó al Santo Padre qué pensaba sobre la política del gobierno italiano de restringir el ingreso de los barcos procedentes de Libia, considerando que los inmigrantes que se quedan en su país viven en condiciones deshumanas y muy precarias:
“Yo siento el deber y gratitud por Italia y Grecia porque han abierto el corazón a los inmigrantes. Pero no basta con abrir el corazón, el problema del inmigrante es: primero un corazón abierto siempre. También es un mandamiento de Dios recibirlos, “porque tú has sido esclavo en Egipto” (cfr. Levitico 19,33-34), esto dice la Biblia. Pero un gobierno debe gestionar ese problema con la virtud propia del gobernante, es decir, la prudencia. ¿Qué significa? Primero: ¿Cuántos lugares tengo? Segundo: No solo recibirlos, integrarlos. Yo he visto ejemplos, aquí en Italia, de integraciones bellísimas.
Cuando fui a la Universidad Roma Tre, me hicieron preguntas cuatro estudiantes. A la última joven que hizo la pregunta, yo la miraba y pensaba: “Pero, esta cara la conozco”. Era una chica que menos de un año atrás había venido de Lesbos conmigo en el avión. Ella aprendió la lengua y como estudiaba biología en su patria, hizo la equipolencia y continuó. Aprendió el idioma. Esto se llama integrar.
En otro vuelo, creo cuando volvíamos Suecia, hablé de la política de integración de Suecia como un modelo. Pero también Suecia dijo con prudencia: “el número es éste, más no puedo”. Porque existe el peligro de la no integración.
Tercero: hay un problema humanitario, es lo que usted decía. ¿La humanidad toma conciencia de estos ‘lager’, allí? Las condiciones, de las que usted hablaba, en el desierto. Yo he visto las fotografías. Hay explotadores. Usted hablaba del gobierno italiano: me da la impresión que está haciendo de todo por los trabajos humanitarios, para resolver también el problema que no puede asumir. Corazón siempre abierto, prudencia, integración y cercanía humanitaria.
Y hay una última cosa que quiero decir y vale sobre todo para África. Existe en nuestro inconsciente colectivo, un lema, un principio: “África debe ser explotada”. Hoy en Cartagena vimos un ejemplo de explotación humana, (aquél de los esclavos). Un jefe de gobierno dijo una verdad sobre esto: aquellos que huyen de la guerra, es otro problema; pero para tantos que huyen del hambre, hagamos inversiones allí para que crezcan”. Pero en el inconsciente colectivo está la cuestión de que cuando los países desarrollados van a África, es para explotarla. Debemos invertir esto: África es amiga y debe ser ayudada a crecer. Luego los otros problemas, de guerras, van por otra parte”.
Finalmente, la pregunta de Xavier Le Normand de I.Media sobre la situación en Venezuela y la posición de la Santa Sede:
“Creo que la Santa Sede ha hablado fuerte y claramente. Lo que dice el presidente Maduro, que lo explique él: yo no sé qué tiene en su mente. Pero la Santa Sede ha hecho mucho: ha enviado allí, en aquel grupo de trabajo de cuatro ex presidentes, a un nuncio de primer nivel. Después ha hablado con personas, ha hablado públicamente. Yo muchas veces en el Ángelus hablé de la situación buscando siempre una salida, ayudando, ofreciendo ayuda para salir. No sé, pero parece que la cosa es muy difícil y lo más doloroso es el problema humanitario: tanta gente que escapa o sufre. Un problema humanitario que debemos ayudar a resolver de todas maneras. Yo creo que la ONU debe hacerse sentir también allí para ayudar.
Les agradezco tanto, les agradezco tanto por vuestro trabajo. Y una vez más quisiera agradecer el ejemplo del pueblo colombiano. Y quisiera terminar con una imagen, lo que más me llegó de los colombianos: en las cuatro ciudades había una multitud en las calles, saludándome. Lo que más me impresionó fue que los papás, las mamás, alzaban a sus niños para hacérselos ver al Papa y para que el Papa los bendijera. Como diciendo: “éste es mi tesoro, ésta es mi esperanza, éste es mi futuro. Yo creo”. Esto me ha tocado. La ternura, los ojos de esos padres, de esas madres. Bellísimo. Esto es un símbolo. Símbolo de esperanza, de futuro. Un pueblo que es capaz de tener hijos y después mostrarlos, hacerlos ver así, como diciendo: “éste es mi tesoro”, es un pueblo que tiene esperanza y tiene futuro. Muchas gracias”.
Fuente: Radio Vaticana