Ciudad del Vaticano.- A imitación de Jesús, pastor bueno y misericordioso, hagamos de nuestra vida un testimonio alegre que ilumina el camino y lleva esperanza y amor. Así expresó el Papa Francisco a la hora de Ángelus dominical, en el día que la Iglesia celebra la fiesta del Bautismo de Jesús.
El Pontífice, citando el Evangelio de Mateo que presenta la escena del Bautismo de Cristo en el río Jordán de manos de Juan el Bautista, explicó que Jesús vino a colmar la distancia que existe entre el hombre y Dios. Por esto – dijo – Jesús pide a Juan que lo bautice, «para que se realice el designio del Padre, que pasa a través del camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, el camino de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos».
Dirigiéndose a los peregrinos llegados a la plaza de San Pedro no obstante la gélida jornada, el Obispo de Roma explicó que con el bautismo, Jesús inicia su misión caracterizada por el estilo del siervo humilde y dócil e indicó que éste debe ser «el estilo misionero de los discípulos de Cristo, el anuncio del Evangelio con mansedumbre y firmeza, sin arrogancia o imposición».
«La verdadera misión – aseguró Francisco – no es jamás proselitismo sino atracción a Cristo, a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de los hermanos».
Después de rezar a la Madre de Dios el Papa saludó como de costumbre a los fieles romanos y peregrinos de diversos países. Francisco dirigió un pensamiento especial a las personas sin hogar que en estos días sufren por la ola de frío polar, alentó a todos a ofrecerles ayuda y a rezar por quienes no han sobrevivido.
Asimismo el Pontífice invitó a unirse a la Red Mundial de Oración del Papa, que difunde a través de las redes sociales las intenciones de oración que propone cada mes a toda la Iglesia, explicando que de este manera, se lleva adelante el apostolado y se hace crecer la comunión. (María Cecilia Mutual, Radio Vaticana)
Texto y audio completo de las palabras del Papa antes de la oración mariana
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, el Evangelio (Mt 3,13-17) nos presenta la escena que tuvo lugar a orillas del río Jordán: en medio de la muchedumbre penitente que avanza hacia Juan el Bautista para recibir el Bautismo está también Jesús – hacía la fila. Juan quisiera impedírselo diciendo: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti» (Mt 3,14). En efecto, el Bautista es consciente de la gran distancia que existe entre él y Jesús. Pero Jesús ha venido precisamente para colmar la distancia entre el hombre y Dios: si Él está todo de parte de Dios y también todo de parte del hombre, reúne lo que estaba dividido. Por esto pide a Juan que lo bautice, para que se cumpla toda justicia (cfr. v. 15), es decir, para que se realice el designio del Padre, que pasa a través del camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, el camino de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos. ¡Porque Dios tan cercano a nosotros, tanto!
En el momento en el que Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán, la voz de Dios Padre se hace sentir desde lo alto: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección» (v. 17). Y al mismo tiempo el Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús, que da públicamente comienzo a su misión de salvación; misión caracterizada por un estilo de siervo humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad, como había profetizado Isaías: «El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad» (42,2-3). Siervo humilde y manso, he aquí el estilo de Jesús y también el estilo misionero de los discípulos de Cristo: anunciar el Evangelio con mansedumbre y firmeza, sin gritar, si gritar a nadie, sin arrogancia o imposición. La verdadera misión no es jamás proselitismo sino atracción a Cristo. ¿Pero cómo se hace esto? Con nuestro testimonio, a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de los hermanos. A imitación de Jesús, pastor bueno y misericordioso, y animados por su gracia, estamos llamados a hacer de nuestra vida un testimonio alegre que ilumina el camino, que lleva esperanza y amor.
Esta fiesta nos hace redescubrir el don y la belleza de ser un pueblo de bautizados, es decir, de pecadores – todos lo somos – salvados por la gracia de Cristo, insertados realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de Jesús con el Padre, recibidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de una fraternidad que no conoce confines y barreras.
La Virgen María nos ayude a los cristianos a conservar una conciencia siempre viva y agradecida de nuestro Bautismo y a recorrer con fidelidad el camino inaugurado por este Sacramento de nuestro renacimiento. Y siempre humildad, mansedumbre y firmeza. (Traducción del italiano: María Cecilia Mutual, RV)
Palabras del Papa al finalizar la oración a la Madre de Dios:
¡Queridos hermanos y hermanas!
En el contexto de la fiesta del bautismo del Señor, esta mañana he bautizado a un lindo grupo de bebés: 28. Oremos por ellos y sus familias. Y también ayer a la tarde he bautizado a un joven catecúmeno. Me gustaría extender mis oraciones a todos los padres que en este momento se están preparando para el bautismo de su hijo, o lo acaban de celebrar. Invoco al Espíritu Santo sobre ellos y sobre los niños, para que este Sacramento, tan simple y al mismo tiempo tan importante, sea vivido con fe y alegría.
También me gustaría invitarles a unirse a la Red Mundial de oración del Papa, que propaga a través de las redes sociales, las intenciones de oración que propongo cada mes a toda la Iglesia. Así se lleva adelante el Apostolado de la Oración y se hace crecer la comunión.
En estos días de tanto frío pienso y los invito a pensar en todas las personas que viven en la calle, azotadas por el frío y tantas veces por la indiferencia. Desgraciadamente, algunos no han sobrevivido, pidamos por ellos y pidamos al Señor que caliente nuestro corazón para poder ayudarlos.
Saludo a todos ustedes, fieles y peregrinos de Roma, Italia y de varios países, en particular el grupo de jóvenes de Cagliari, a quienes animo a continuar en el camino iniciado con el Sacramento de la Confirmación. Y les doy las gracias porque me dan la oportunidad de destacar que la confirmación no es sólo un punto de llegada, como algunos dicen que es el sacramento del «adiós», no no…sino que es sobretodo un punto de partida en la vida cristiana. ¡Adelante, con la alegría del Evangelio!
Les deseo un buen Domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
(Traducción del italiano: Sofía Lobos, RV)