Ciudad del Vaticano.- El papa Francisco abordó en su catequesis semanal el tema de la visita a los enfermos y a los encarcelados. Durante la audiencia general del segundo miércoles de noviembre – celebrada en la Plaza de San Pedro y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa prosiguió sus reflexiones sobre las obras de misericordia.
Hablando en italiano, el Obispo de Roma comenzó destacando cuántas páginas de los Evangelios narran estos encuentros: con el paralítico, el ciego, el leproso, el endemoniado, el epiléptico, y con numerosos enfermos de todo tipo. Y afirmó que Jesús ha estado cerca de cada uno de ellos a quienes ha curado con su presencia y con el poder de su fuerza sanadora. Por lo tanto – añadió –no puede faltar entre las obras de misericordia, la de visitar y asistir a las personas enfermas, sin olvidar a quienes se encuentran en prisión.
El Papa Bergoglio hizo hincapié en el común denominador de los enfermos y de los encarcelados, cuya libertad está limitada. Libertad que, precisamente cuando nos falta – exclamó – hace que nos demos cuenta de lo preciosa que es. Mientras Jesús no ha dado la posibilidad de que seamos libres a pesar de los límites de la enfermedad y de las restricciones, puesto que nos ofrece la libertad que proviene del encuentro con Él y del sentido nuevo que este encuentro da a nuestra condición personal.
De ahí que el Sucesor de Pedro haya afirmado que con estas obras de misericordia el Señor nos invita a realizar un gesto di gran humanidad, como es la participación que se expresa a través de gestos sencillos como son los contenidos en una visita, una sonrisa o una caricia para hacer sentir al otro que no está solo ni abandonado.
Tras recordar que también Jesús y los Apóstoles experimentaron la prisión, el Santo Padre concluyó su catequesis afirmando que estas obras de misericordia son tan antiguas como actuales. Por eso invitó a no caer en la indiferencia, sino a convertirnos en instrumentos de la misericordia de Dios, para devolver alegría y dignidad a quien la ha perdido. (María Fernanda Bernasconi).
Radio Vaticana