Nueva York.- Este lunes 19 de septiembre, en la sede del Palacio de Vidrio de las Naciones Unidas, dio inicio la Cumbre sobre la crisis de los refugiados, con lo que da inicio también a una semana de reuniones de alto nivel.
En la apertura del evento el presidente de la Asamblea General, Peter Thomson, señaló: «Somos testigos de la peor crisis humanitaria y de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial» y señaló que la comunidad internacional no puede dejar de lado a esas personas que huyen de la guerra y de la violencia.
En la cumbre, la Oficina del Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, guiada por Mons. Bernardito Auza, ha organizado un encuentro sobre el tema: «El rol de las organizaciones religiosas delante del gran movimiento de migrantes y refugiados». Abrió los trabajos el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano que ha intervenido sobre el tema: «No dejar a nadie atrás: transformar las palabras en acciones compasivas y proféticas».
Casi un centenar de jefes de Estado y de Gobierno expondrán a lo largo del día en el marco de esta cumbre. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que la declaración adoptada para el debate une a todo el mundo alrededor de unos «compromisos colectivos» que incluyen la defensa de los derechos humanos de todos los refugiados y migrantes cualquiera sea su estatus. Y concluyó que «con acciones valientes para implementar la Declaración de Nueva York, aseguraremos que no se deje atrás a ningún refugiado o migrante».
La cumbre es, señaló el secretario general de las Naciones Unidas, un avance en los esfuerzos internacionales ante la movilidad humana y los problemas que se han planteado. Porque «unos escapan de la guerra, otros buscan oportunidades. Advirtió además que no se debe ver a los refugiados y migrantes como una carga», e invitó a entender que ellos «tienen grandes potencialidades».
Fuente: Zenit