Colombia.- Los Obispos de las arquidiócesis de Medellín y Santa Fe de Antioquia, que corresponden a los Departamentos de Antioquia y Chocó, expresaron su preocupación frente a la grave situación que se está viviendo en estos departamentos como consecuencia de los efectos ocasionados por la voraz e irresponsable explotación minera.
«Como pastores, en repetidas ocasiones hemos alzado nuestra voz y llamado la atención contra los efectos nocivos de la explotación de los recursos naturales, y particularmente del ejercicio irresponsable de la minería. Estas actividades han traído graves repercusiones para el medio ambiente, la dignidad humana y la convivencia social en nuestras comunidades», anotaron 12 obispos en su pronunciamiento, entre ellos Ricardo Tobón Restrepo, Arzobispo de Medellín, César Balbín Tamayo, Obispo de Caldas, Juan Carlos Barreto Barreto, Obispo de Quibdó, y Hugo Alberto Torres Marín, Obispo de Apartadó.
Los sacerdotes han sido testigos del alto índice de deforestación, como consecuencia de la extracción minera a cielo abierto, y las afectaciones causadas en el ambiente y en las personas por la contaminación con mercurio.
Los jerarcas de la Iglesia le pidieron a los organismos del Estado colombiano, a las empresas nacionales e internacionales y a la sociedad civil, que «actúen decididamente para evitar que la minería mecanizada, con sus dragas y retroexcavadoras, siga destruyendo el medio ambiente y la salud de las personas en nuestro país. Se deben implementar medidas eficaces para detener el actual desastre ambiental y social».
En su mensaje, los sacerdotes insistieron en cambiar la mentalidad que concibe la minería como una opción privilegiada para el desarrollo económico: «exhortamos a favorecer otras actividades para la subsistencia de los pobladores de las zonas de minería, como la agricultura, la pesca, las artesanías, el turismo ecológico, todo ello desde una auténtica valoración de la biodiversidad».
Para la Iglesia, parte de la estrategia contra la minería ilegal exige atacar la corrupción de algunos servidores públicos, hacer operativas las instituciones del Estado y contrarrestar la acción de los grupos armados ilegales. «De igual modo, en la perspectiva del post-acuerdo con las FARC, se debe garantizar que esta guerrilla renuncie definitivamente a la minería», anotaron.
Desde la perspectiva de los obispos, tanto la minería ilegal, como la minería mecanizada y la megaminería de empresas multinacionales están causando un grave daño al ambiente y perjudicando la salud.
Con el Papa Francisco proclamamos que «es necesario que se escuche el grito de tantas personas, familias y comunidades que sufren directa o indirectamente por las consecuencias, a menudo demasiado negativas de la actividad minera».
Fuente: El Espectador