«… Desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto.» (Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti, 154)
«El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos» (Fraterlli Tutti 155).
La campaña por la segunda vuelta comenzó y diluvian las ofertas. Es importante tener presente que no se trata de elegir una persona, sino el programa que proponga soluciones reales y viables a los graves problemas y angustiosas necesidades del país. El 11 de abril, con nuestro voto, definiremos el cómo queremos que sea el Ecuador del futuro.
Enfrentamos una profunda crisis económica, social, política, moral, ética…, por ello la decisión debe basarse en los conceptos, criterios y acciones que propongan y defiendan los candidatos finalistas, con miras a hacer posible el desarrollo integral de la sociedad, es decir, hacer del país un lugar incluyente que asegure las condiciones necesarias de vida digna para todos, en especial de los más pobres y vulnerables. Urge una administración pulcra de los recursos financieros, determinación de objetivos viables, priorización de la inversión y del gasto, honestidad a prueba de toda corrupción e impunidad.
La contienda gira, aparentemente, en torno a dos tendencias políticas: Derecha vs Izquierda. Conceptos antagónicos nacidos en el siglo XVIII, en el marco de la Revolución Francesa y que representaron orientaciones doctrinales opuestas: la derecha asociada con el conservadurismo, la tradición, la religión, la libertad económica; la izquierda con el progreso, la igualdad, cambios sociales e insubordinación. Conceptos políticos evaporados con el tiempo y que hoy no son sino membretes en cuyo interior se tejen muchas contradicciones. Por lo que es preciso analizar el discurso y considerar la trayectoria de quien lo pronuncia, para detectar la demagogia, desterrar los eufemismos y rechazar promesas irrealizables.
El candidato Arauz, patrocinado por el ex presidente Correa, ha propuesto usar las reservas del Banco Central como mecanismo de financiamiento para el gasto, en aspectos como la transferencia de saldos pendientes a gobiernos seccionales, pago a servidores públicos, concesión de un bono de mil dólares a un millón de familias de bajos recursos, un donativo que no va a solucionar los problemas de los pobres. La no aceptación del acuerdo con el FMI, nos hace rememorar las condiciones crediticias con las que nos endeudamos unilateralmente con China.
El candidato Lasso, un banquero, por su parte corre con el estigma de su fidelidad a un modelo de libertad económica, que ha cometido crasos errores en Latinoamérica, ofrece utilizar mecanismos como la inversión, la reactivación productiva, la disminución de impuestos como vías para generar oportunidades de trabajo y mejorar las condiciones de vida. También ofrece fortalecer la relación con el FMI. La propuesta de aumentar el salario mínimo afectará a la pequeña y mediana empresa que carece de liquidez para solventar sus gastos de producción.
Al candidato que gane las elecciones de 11 de abril le espera un país prácticamente quebrado, un pueblo sumido en la pobreza, desempleado, sumergido en una situación sanitaria desesperante y violencia galopante, casi vencido y con mínima esperanza y una confianza casi nula en las instituciones gubernamentales.
Elegir bien es nuestra tarea y responsabilidad.
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Carta No. 72 – 21 de marzo 2021 de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él
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