«La función y la responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad» (Papa Francisco, 2019).
El pasado 5 de enero, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, envió, con precisión y claridad, un mensaje al pueblo ecuatoriano sobre la «Responsabilidad Política» frente a las próximas elecciones nacionales a realizarse el 7 de febrero.
Los Obispos manifiestan como ciudadanos que aman al Ecuador y como pastores que sienten como propias las esperanzas y angustias, los sueños y frustraciones de nuestro pueblo, puesto que «los sufrimientos y alegrías de la humanidad son sufrimientos y alegrías de la Iglesia… no hay esperanzas o amenazas para la sociedad que no sean esperanzas o amenazas para toda la Iglesia…».
Hablan de la responsabilidad ante las próximas elecciones ya que, debido a la particularidad histórica que vive el país, estas pueden ser una esperanza o una amenaza, puesto que debemos enfrentar y superar las crisis que nos afectan en lo sanitario, económico, social, político, laboral y ético.
Proponen que asumamos «el compromiso de elegir a los mejores representantes para presidente, vicepresidente, asambleístas y parlamentarios andinos», para lo que nos invitan a analizar consciente y razonadamente los planes y programas de cada uno de los candidatos, con el fin de determinar quiénes son los más capaces.
Recordemos que elegir y ser elegido es una obligación ética, puesto que cada persona es responsable de su presente y de su futuro, está llamada a ser dueña de su historia y de la historia de todos.
Los ciudadanos escogemos con nuestro voto, de entre varios candidatos, a las personas a quienes encargamos la tarea de guiar el país hacia el progreso y trabajar por el bien común, administrando honestamente el patrimonio y nuestros recursos, así como para que propongan las leyes para la mejor organización de la sociedad. Y más aún, los elegidos deben gobernar para el pueblo, sin olvidar que gobernar es servir a todos, especialmente a los más empobrecidos y débiles.
Los Obispos piden que respaldemos la democracia, eligiendo a los mejores candidatos y exigiendo a los elegidos que cumplan con sus ofertas de campaña, que busque el bienestar del pueblo, respeten la libertad, trabajen por la justicia, el diálogo, la paz y el encuentro de todos para construir y lograr el bien común.
«Con nuestro voto hacemos historia y generamos progreso o retroceso, empleo o desempleo, seguridad o inseguridad, honestidad o corrupción, justicia o impunidad. Un voto que responda fundamentalmente a nuestros valores, a nuestros sueños, a nuestra fe, siempre en el marco del respeto a quien piensa diferente y sin que por ello sea considerado enemigo», señalan los Obispos.
Ofrecer lo que no se podrá cumplir es demagogia, populismo, mentira y engaño. Por ello debemos distinguir muy bien a los políticos de los politiqueros. Como cristianos y como ciudadanos debemos buscar la verdad, discernir respecto de lo que se ofrece y publicita y, en consecuencia, elegir a los más dignos y capaces.
Al igual que los obispos, nuestra Comisión Justicia y Paz pide «que el Corazón de Jesús ilumine nuestra mente para que podamos discernir y elegir a los mejores hombres y mujeres que respondan a los intereses de todo el pueblo ecuatoriano…».
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Carta No. 62 – 10 de enero 2021, de la Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz
Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe