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Vive Jesús en la Paz y la Justicia

La pandemia del coronavirus nos está cambiado de rumbo… del vértigo en el que convivíamos a diario, nos ha llevado a un «estate quieto». Para muchos, la emergencia ha sido una oportunidad para, como en las primeras comunidades, orar, leer la Palabra y poner los bienes en común… Está llenándose el corazón de alegría, solidaridad y esperanza. Compartir con los más necesitados es una tarea emprendida por muchas personas.

En Semana Santa contemplamos a Jesús, nuestro amigo, crucificado, muerto y resucitado. Sin embargo, hoy seguimos crucificándole en nuestra realidad global y ecuatoriana, le vemos en los empobrecidos y miserables, en los débiles y pequeños, en los enfermos y necesitados. Él sigue siendo mortificado en las grandes y pequeñas ciudades, en el campo y en la selva, entre los pueblos y culturas amazónicas que son contaminados por constantes derrames petroleros… La injusticia, la corrupción, la desigualdad, la mentira, la violencia, el odio… siguen asesinando a Jesús aquí y ahora.

El misterio de la cruz nos llama potentemente a la fraternidad, sentimos que Jesucristo camina con nosotros y vive en nuestra realidad. Su presencia es evidente en nuestras familias y en el mundo.

En este contexto de cruz y resurrección, la emergencia sanitaria por el Covid 19 nos ha convocado a la solidaridad. Hemos sido urgidos por el Resucitado a salir al encuentro del prójimo e ir a los lugares de dolor y muerte llevando la paz, el amor, la vida. Con estas acciones proclamamos que Cristo vive, que el Justo triunfa sobre la muerte. Esta es nuestra hora primera, este es el lugar para tender nuevos lazos de hermandad y unirnos con profunda esperanza a quienes buscan un nuevo mundo.

Cuando compartimos el pan y nuestro tiempo, caemos en cuenta de que es el Señor el que recibe, Él se ha hecho el encontradizo. Los gozos y las esperanzas, las angustias y las tristezas de cada ser humano son también nuestros, ahí nos descubrimos hermanos.

El Resucitado, a través de esta experiencia inédita del coronavirus, nos invita a construir pronto y rápido un mundo diferente, con nuevas relaciones sociales, políticas, económicas, culturales, religiosas… entre hombres y pueblos, donde muera la injusticia, el hambre, el desempleo, la pobreza, la miseria, la corrupción… y viva plenamente la justicia, el empleo, la equidad, la igualdad, la honradez, la solidaridad, el encuentro, el diálogo… Así nos liberamos del mal, presente en las relaciones y estructuras de pecado y construimos el Reino de Dios.

Esta es una responsabilidad compartida que nos exige ser justos en vez de explotadores, ser servidores en lugar de opresores.

Después del coronavirus el mundo será otro, entraremos en una ética-social incluyente en la que el ser humano debe ser el centro de toda actividad, por ello estamos obligados a generar procesos de creación, innovación y modificación de ordenamientos, leyes, reglas de mercado, tipos de relación entre las personas e instituciones… a nivel nacional e internacional. El nuevo estilo de vida debe cuidar la creación e inaugurar, implementar y sostener nuevas redes y caminos de Justicia y Paz. #ComuniquemosEsperanza.

Vive Jesús en la Paz y la Justicia
(Mt 7, 12; Lc 10, 27 Hch 4:32-35)

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Carta No. 24, de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, 12 abril 2020
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe