Maria Rosa Lorbés.- Todos los obispos de Chile dejaron su carta de renuncia en manos de Francisco. Aunque el país vecino está acostumbrado históricamente a resistir a fuertes sacudidas de tierra, esta vez ha sido distinto.
El jueves 17, después de tres jornadas, concluyó la reunión de los obispos chilenos en Roma convocados por el Papa para reflexionar juntos sobre “los graves hechos que han dañado la comunión eclesial y debilitado el trabajo de la Iglesia de Chile en los últimos años”. Al terminar la reunión Francisco entregó a cada obispo personalmente una carta en la que refiriéndose a los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes chilenos, el Papa precisa que “a la luz de estos acontecimientos dolorosos respecto a los abusos -de menores, de poder y de conciencia-, hemos profundizado en la gravedad de los mismos así como en las trágicas consecuencias que han tenido particularmente para las víctimas”.
Enseguida se refiere a “todos aquellos cambios y resoluciones que tendremos que implementar en el corto, mediano y largo plazo, necesarias para restablecer la justicia y la comunión eclesial”. La carta del Papa a los obispos chilenos concluye invitándolos a construir en Chile “una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado”.
Por su parte, antes de salir de Roma, Fernando Ramos, obispo auxiliar de Santiago, anunció que todos los obispos chilenos habían entregado su carta de renuncia al Papa para que él libremente decida con respecto a cada uno.