Por: Oswaldo Díaz Chávez*.- Titular un artículo con dicha frase puede resultar atrevido, extraño, curioso o también irreverente, ofensivo o políticamente incorrecto. El objetivo, si es que llamó su atención, es invitar a leer las líneas que prosiguen pues las palabras dicen más de lo que significan y tienen un papel fundamental para la interrelación entre seres humanos.
«Tanto negro va en aumento…» es la interpretación que dio una campesina del Cibao dominicano al canto eucarístico Tantum ergo Sacramentum. La anécdota es real y la cuenta José Ignacio López Vigil en su notable manual sobre la utilización del lenguaje radial. Allí explica que la mujer no sabía latín y, sobre todo, que el sacerdote que la pronunció «no se daba cuenta del cortocircuito que provocaba entre él y su feligresía» por emplear un código desconocido para sus receptores con lo que dificultaba el proceso de comunicación-entendimiento entre ellos.
En su visita al Perú el Papa Francisco expresó, durante el mensaje a las religiosas de vida contemplativa, «¿saben lo que es la monja chismosa? Es terrorista, peor que los de Ayacucho hace años, peor, porque el chisme es como una bomba». Enunciado que originó diversas reacciones en comunicadores y en usuarios de redes sociales y que fue considerada, en distintos ambientes, como misógina o una broma de mal gusto.
Sin embargo, a pesar de la severidad de la frase papal, las críticas demostraron el desconocimiento de la realidad comunicativa (contexto y destinatarios), del empleo de recursos literarios en los mensajes, de las formas de Francisco (pastoral, cercana y conocedora de la realidad), así como del estilo de los discursos de Jesús de Nazaret.
Para entender un proceso comunicativo se debe tener en cuenta a los interlocutores, en este caso al Pastor dirigiéndose a un grupo de religiosas que habitan en un convento de manera permanente en el que el chisme puede causar heridas que dificultan dicha vida en comunidad. Palabras expresadas en un contexto (entorno situacional, cultural y lingüístico) específico.
Si bien el Obispo de Roma tuvo en cuenta el contexto temático ya que relacionó su declaración con el asunto que trataba, no se percató del contexto situacional y cultural que incluía dos asuntos. Primero, que al pronunciarla en una reunión de mujeres, específicamente dirigida solo a ellas, se percibió como una ofensa de género y segundo, que el término terrorismo genera controversia en nuestro país por el desconocimiento, de gran parte de la sociedad, de lo ocurrido en los últimos veinte años del siglo XX y por la desidia de las autoridades políticas de difundir y estudiar el tema. Por estos motivos, en diferentes ambientes eclesiales, políticos, sociales y académicos, la expresión tuvo un significado distinto al objetivo propuesto.
El hablante tiene, se dé cuenta o no, una intención al emplear el lenguaje, en la frase analizada fue el enunciar o explicar de manera subjetiva el chisme. Para ello, el romano Pontífice utilizó el símil, figura retórica que permite comparar dos realidades para conocer una de ellas más adecuadamente, así relacionó el chismorreo con algo muy grave, acaso atendiendo a su etimología griega que significa noticia falsa, escisión, separación.
En los Salmos y en la Carta del apóstol Santiago se hace hincapié en el peligro por el indebido uso de la lengua, entendiéndose como toda maledicencia contra otro. De este modo debe comprenderse la preocupación del Sumo Pontífice por un mal que aqueja desde siempre a los seres humanos. No obstante la probable inconveniencia de la expresión empleada, esta generó una desmesurada polémica que dejó de lado los temas y retos propuestos.
Es destacable que en Trujillo invitó a luchar contra el feminicidio «pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia» y «generar actitudes de reconocimiento y gratitud frente a la mujer». Asimismo, Francisco dejó saber que conoce la realidad peruana al mencionar y pedir solución a los actos de corrupción, la situación de los expresidentes, la defensa de la vida y de la tierra, la lucha para erradicar la mano esclava y el abuso sexual, el neoextractivismo, el sicariato, así como los problemas por el Niño Costero y las esterilizaciones forzadas.
Jesús de Nazaret utilizaba comparaciones y un lenguaje duro, sin ambages, «sin vergüenza». Era directo y hablaba con autoridad. Hagamos posible que la visita y los mensajes del Santo Padre puedan iniciar un camino hacia una verdadera reconciliación que, como mencionó la CVR en sus conclusiones, solo se hará efectiva con justicia y sin impunidad. Que seamos la «tierra de esperanza» que Francisco advirtió por la biodiversidad, las tradiciones, las costumbres y el pueblo, especialmente los jóvenes que «no son el futuro, sino el presente de Perú».
(*) Periodista y docente de literatura.
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