Por: Rosa Alayza Mujica.- Una frase común que repetimos con frecuencia los peruanos: «así es este país» o «este país no tiene arreglo», «solo en este país ocurren estas cosas» y otras similares. Obviamente la frase trae consigo una carga negativa. Quiero llamar la atención sobre como esa frase deja ver esa ajenidad con la que nos manifestamos sobre el Perú. Pareciera que habláramos de un objeto completamente externo a nosotros, un objeto ajeno y hasta repudiable, con el que no nos identificamos o tenemos poco o nada que ver o al que no queremos ver…
Al contrario creo que esta frase resulta muy elocuente para describir el tipo de relación que hemos establecido con el Perú. La ajenidad que hace parte de esta expresión trasluce una sanción o quizá una queja, y a la par da a entender: «no soy parte de eso», lo cual podría quizá ser un deseo, pero que innegablemente va contra todo sentido de realidad.
Por eso preguntémonos: ¿cuánto del modo de ser cada uno de nosotros está marcado o confeccionado por aquello con lo que experimentamos día a día, más allá de nuestros deseos y personalidades incluso? ¿Cuánto la forma que tenemos de hacer y ver las cosas está influida por este contexto vital, cultural, social y político que recoge pedazos del Perú que hacen parte de nuestras vidas?
Cada uno de nosotros lleva consigo en su forma de vivir y hacer las cosas, las huellas de lo que llamamos Perú. Sin embargo, constantemente cuando ocurren situaciones negativas en el Perú lo sancionamos diciendo «¡este país…!»; sin preguntar: ¿Por qué pasó? ¿Quiénes están siendo afectados? ¿Qué podemos hacer desde la sociedad y el Estado?
No pretendo hacer un discurso romántico sobre el Perú o invocar a la roja y blanca que está tan de moda con el asunto del mundial de fútbol. Simplemente quiero llamar la atención sobre una de las maneras que tenemos de relacionarnos con nuestro entorno y con los demás, a través de nuestras expresiones sobre el Perú.
Vivimos en un país al que no hemos elegido, nos ha tocado al igual que nos pasa con la familia, nos toca con sus lados buenos y malos. Pero como dice Hanna Arendt los humanos nos diferenciamos del resto de seres vivientes por nuestra capacidad de otorgar un significado a las cosas de nuestro entorno; entonces nombrar es interpretar y dar sentido; algo que, además, según ella, no se hace como un acto aislado, sino como una conversación y acción con los demás.
Al contrario de lo dicho, cuando esta práctica de ajenidad crece entre nosotros difícilmente podemos desplegar esta capacidad de otorgar sentido al entorno.
Durante el último año constatamos que crece la negatividad de la población para juzgar lo que ocurre en el país, negatividad que en vez de entender los problemas busca encontrar a los culpables para acusarlos. Pareciera sobre todo una actitud catártica, pero poco interesada en comprender la complejidad de cómo se gestionan los bienes públicos.
Seguramente por muchas razones esta impaciencia ciudadana que llamé catarsis es comprensible. Sin embargo es claro que solo con ella, crece la impaciencia pero no el sentido de comprometerse en hacer cambiar las cosas porque la ajenidad de la que venimos hablando hace parte de esta catarsis.
Llevamos metido dentro un sentimiento trágico de la vida que nos lleva a entrar en competencia de contar las peores anécdotas, como si en ningún lugar del mundo ocurrieran cosas tan horribles como aquí, o como si los males que nos aquejan en verdad fueran únicos. Afirmaciones que tampoco se acercan a la verdad. Lo que sí podemos constatar es que esta postura de ajenidad con la que funcionamos nos permite decir que somos lo peor porque eso no nos compromete a hacer nada.
Si miramos el proceso actual, ¿no termina siendo este hiper criticismo una profecía auto cumplida del fracaso nacional? ¿Cuánto la ajenidad que hace parte de uno fomenta nuestro escepticismo? ¿Todavía queremos apostar a futuro no solo como personas sino como país? No desperdiciemos esta oportunidad de la visita del Papa Francisco de reconocer y discutir estas formas y significados que le hemos otorgado a este espacio común que es el Perú.
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Compartido por Diario la República, Perú
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