Por: Gino Goyzueta.- Libertad. La Real Academia Española define esta palabra como: 1. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. 2. Estado o condición de quien no es esclavo. 3. Estado de quien no está preso. 4. Falta de sujeción y subordinación. 5. En los sistemas democráticos, derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas. 6. Prerrogativa, privilegio, licencia. 7. Condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos deberes. 8. Contravención desenfrenada de las leyes y buenas costumbres.
Ha pasado menos de un año de que Ollanta Humala dejó el cargo de Presidente de la República, y hoy, al igual que su primera dama, cumple prisión preventiva en el penal junto a otro ex presidente, Alberto Fujimori. Ambos deberían estar acompañados por Alejandro Toledo, a quien otra celda le espera. Claro está, debería haber una celda más para Alan García.
Cuatro ex presidentes, que cumplen penas y/o están seriamente cuestionados, nos hace pensar en la palabra Libertad. ¿Se puede ser libre en un país con graves problemas de corrupción? La corrupción está al interior de las instituciones, de las empresas, de las familias, de la cultura del Perú, en suma, y como dice la frase «hay que ser vivos o moscas si quieres ser alguien en el Perú», de esta manera, parecería que somos esclavos de la corrupción, y por ello, ésta es aceptada y tolerada por la mayoría de los ciudadanos.
¿Qué sucede con las personas que realmente luchan en el día a día? Los que aprueban el examen sin plagiar, los que pagan sus multas, los que cumplen con realizar un trabajo honesto dentro del Estado, los que piden boleta solo por lo que realmente han consumido, los que devuelven el celular que encontraron en la calle, los que reciben vuelto de más y lo devuelven… ¿Son ellos libres? No, no somos libres.
Según la organización Transparencia Internacional, el Perú en el Índice de Percepción de la Corrupción tiene una puntuación de 35. Este índice clasifica a los países puntuándolos de 0 (percepción de altos niveles de corrupción) a 100 (percepción de bajos niveles de corrupción) en función de la percepción de corrupción del sector público que tienen sus habitantes. En otras palabras, muchas personas perciben que en nuestro país hay mucha corrupción.
Si las personas reconocen actos de corrupción en otro individuo, tienen la libertad para denunciar o, en todo caso, no ser cómplices de la misma. Por ello, el ser peruano también puede ser sinónimo de ser honesto, de ser libre.
Varios esfuerzos se vienen llevando a cabo, profesionales correctos en las instituciones, jóvenes que perseveran en conseguir un trabajo honesto, organizaciones que apuestan por el servicio de la acción solidaria, empresas que piensan no solo en el lucro, acciones de personas que nos demuestran que se puede actuar sin corrupción y conseguir metas y objetivos, y no solo de carácter personal sino social, comunitario, de nación, de país. ¿Somos libres? Seámoslo siempre.
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Iniciativa Vaticano II
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