Frei Betto*.- Cuando el sindicalista Lula fue encarcelado, en abril de 1980, yo estaba en su casa, en São Bernardo do Campo. Presionado por policías del DEOPS, fui a despertarlo. Detenido durante un mes y encausado según la Ley de Seguridad Nacional, posteriormente fue absuelto por la Justicia Militar.
Ayer Lula volvió a sufrir una «prisión» más. De hecho fue un mandato coercitivo que le obligó a declarar en la Policía Federal. Muchos transformaron la convocatoria en prisión y la declaración en la confirmación de que hay un nuevo reo en la cárcel de Lava-Jato.
El juez Sergio Moro es un hombre mediático, lo cual, según mi padre, que también era magistrado, no casa mucho con tan egregia función. Moro hizo un buen trabajo en su gestión de la Lava-Jato, pero prefiere el aplauso del público a convocar testigos y sospechosos.
La Policía Federal, en su manera de actuar, sólo comprueba que el gobierno de Dilma respeta su autonomía operacional, conquistada cuando Marcio Thomas Bastos era ministro de Justicia de Lula.
El PT cometió muchos errores a lo largo de sus 14 años al frente del gobierno del Brasil. De eso trato en mis libros «La mosca azul» y «Calendario del poder». Los tres símbolos de la identidad del partido perdieron credibilidad: organizar a la clase trabajadora, ser ético en la política, realizar reformas estructurales.
A pesar de que los dos primeros mandatos de Lula y el primero de Dilma hayan sido los mejores de nuestra historia republicana (basta con comparar los índices sociales y económicos), el PT agarró el violín del poder con la mano izquierda para tocar con la derecha…
Las alianzas promiscuas le hicieron perder credibilidad, sobre todo ahora que Dilma propone un ajuste fiscal que penaliza principalmente a los más pobres.
El hecho de que Lula haya tenido que ir a declarar ante la Policía Federal lo transforma, ante los ojos de una parcela de opinión pública, en reo y delincuente. Cuando lo emocional se sobrepone a lo racional faltan piedras para tirar.
Hay que esperar a las investigaciones del Ministerio Público. No debiera haber ningún brasileño que estuviera por encima de cualquier sospecha, aunque sepamos todos que hay excepciones… Conviene esperar a que avancen las investigaciones para saber si las acusaciones contra Lula son procedentes.
Pero hay un dato preocupante: el PT nunca juzgó la conducta ética de sus militantes acusados por la Lava-Jato. Ni los condenó ni los absolvió. Se calló. Y quien calla otorga.
Frei Betto es escritor, autor de la novela «Minas del Oro», entre otros libros.
www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.