Brissette Quiroz* (EVARED) – El Perú está cerca de celebrar 200 años de vida republicana, en los que ha vivido más de 30 procesos electorales; sin embargo, se sigue teniendo en la agenda un tema pendiente, el desarrollo y la inclusión social, hasta se ha creado un ministerio para ello. Este tema no es exclusivo de la clase política, también pertenece a otros sectores, como la Iglesia («nada humano me es ajeno» afirmaban en el Concilio Vaticano II). Como menciona el Papa Francisco, la principal misión de los miembros de la Iglesia católica es anunciar el mensaje de Cristo a los pobres, es decir, llevar la Buena Nueva de Jesús, la cual no debe confundirse con asistencialismo, sino que es justicia.
Esa proyección de la Iglesia es interesante y se ha visto un intento de concretización con la denominación de este año, pues el haber sido bautizado «Año de la misericordia» nos presenta un reto para todos. Pero ¿qué es la misericordia?, en palabras de Francisco es «lo mejor que podemos sentir, cambia el mundo», y es justamente lo que necesitamos.
Cambiar el mundo, crear un lugar para compartir (una Casa Común), un lugar en el que no se deba esperar «el chorreo» o se compita por «matar menos» o se piense en «ciudadanos de segunda clase», sino un lugar de igualdad, honestidad, justicia y amor. Todo suena bien, pero ¿quién o quiénes lo van a hacer?, ¿los políticos? Muchos han perdido la fe en la política y es comprensible por como se presenta en estos días, con denuncias por todas partes, con plagios y silencios intrigantes. Sin embargo, debemos de entender que lo que hoy conocemos como política (esa guerra por el poder para obtener beneficios personales) no es a lo que Platón hacía referencia cuando hablaba de «el arte de gobernar». Esta situación de desesperanza, vinculada al deseo de un mundo mejor para todos, lleva a reflexionar si realmente es la política el camino para alcanzar la Buena Nueva de Jesús.
Pues se debe saber que a pesar de todo esto, de las dudas que se generen en contra de la política, hace menos de una semana se ha visto a miles de jóvenes salir a las calles; algunos a manifestarse a favor de un candidato y otros a decirle No a una candidata. Estos jóvenes son parte de los 3 millones que votarán por primera vez en los comicios del 10 de abril, son quienes creen que la política sí es un camino para cambiar el mundo, pero solo si se piensa esta como «la mayor manifestación de caridad».
Por eso, aunque muchas voces digan que van a sufragar solo para no pagar una multa, hay que ser valientes y no tener miedo de hacer lío y de hacer política; pero una verdadera acción política, que no cubra plagios, que no refuerce alianzas fraudulentas y que no olvide la historia. Entonces, tengamos todos los sentidos alertas y las baterías cargadas porque solo así podremos contribuir a cambiar el mundo para hacerlo mejor para todos.
Cuando hablamos de política como la mayor manifestación de la caridad estamos mirando el arte de gobernar desde una perspectiva nueva y verdadera: la acción política deja de tener sentido en los intereses particulares para centrarse en la preocupación por los más desvalidos. Esta perspectiva de la política es aquella que motiva a muchos jóvenes a salir a las calles a enrolarse en esta guerra por el poder, pero desde una posición que exige igualdad.
Esta nueva mirada es aquella a la que el Papa Francisco nos invita porque es la única capaz de conseguir el mundo que deseamos. Este artículo no pretende convencer a nadie que la política es lo mejor, pero sí que la acción política va más allá de candidatos y congresistas, pues la verdadera acción política es la que hacemos cada día en nuestras relaciones con los demás y de eso no debemos corrernos.
Ojalá todos nos atrevamos a hacer una política como la mayor manifestación de caridad, porque eso implica el servicio a los demás.
* Bachiller en Educación por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya
Artículo compartido por la Periferia es el Centro, diario La República.