Desde el domingo 27 de abril de 2014, el papa Juan XXIII, conocido como el Papa bueno, conjuntamente con Juan Pablo II serán declarados Santos de la Iglesia Católica.
Juan XXIII, cuyo nombre de pila es Angelo Giuseppe Roncalli, nació un 27 de noviembre de 1881, en el pueblito Sotto il Monte, al norte de Italia, a 16 kilómetros de Bérgamo. Sus padres Battista Roncalli y Marianna Mazzola. Fue el cuarto hijo, de los trece que tuvo esta familia campesina, pero que se distinguía por ser muy religiosa y cultivar una profunda fe. Él mismo lo reconocería diciendo «Vengo de una familia humilde y fui educado en una feliz pobreza que protege de las más grandes y nobles virtudes y prepara para el ascenso en la vida».
En 1892, Angelo Roncalli viajó a Bérgamo, para iniciar sus estudios en el seminario, en donde estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales, que al cabo de los años llegarían a convertirse en una obra deliciosa, íntima y profundamente espiritual bajo el título de Diario de un alma. El muchacho valía y los superiores lo envían en 1901 al Seminario Romano dell’Apollinare. Allí pidió el servicio militar anticipado, sacrificándose en el lugar de su hermano Zaverio, quien resultaba indispensable en casa para trabajar en el campo.
El 10 de agosto de 1904 fue ordenado sacerdote en la basílica de San Pedro, por el papa Pío X (también Santo de la Iglesia Católica) quien lo bendijo y ofreció rezar por él para que el Señor «bendiga de manera especial sus buenos propósitos y que sea un buen sacerdote», lo que se cumplió en el joven sacerdote.
Roncalli fue llamado a la carrera diplomática y posteriormente fue consagrado obispo en San Carlo al Corso, Roma, y nombrado Visitador Apostólico de Bulgaria, en donde sufrió mucho a causa de la difícil situación social, política y religiosa de este país. Pero su sencillez y simpatía triunfaron: «No es suficiente alimentar sentimientos cordiales –decía de los ortodoxos- hacia nuestros hermanos separados: si realmente los amas, dales buen ejemplo y transforma tu amor en acción».
El 27 de noviembre de 1934 fue nombrado Delegado Apostólico en Turquía y Grecia.
Durante la Segunda Guerra Mundial se destacó por socorrer a miles de judíos de la persecución nazi mediante el «visado de tránsito».
El 6 de diciembre de 1944 Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en Francia, en donde contribuyó a normalizar la organización eclesiástica del país, desestabilizada por los numerosos obispos que habían colaborado con los alemanes y a afrontar con prudencia el polémico tema de los curas obreros.
El 12 de enero de 1953 fue creado Cardenal y el 25 promovido al Patriarcado de Venecia.
Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose con todos con un admirable sentido de paternidad. Su magisterio social está contenido en las Encíclicas Mater et magistra (1961) y Pacem in terris (1963).
Convocó el Sínodo Romano, instituyó la Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. Como Obispo de la diócesis de Roma, visitó parroquias e iglesias del centro histórico y de la periferia. El pueblo veía en él un rayo de la benignitas evangelica y lo llamaba «el Papa de la bondad». Lo sostenía un profundo espíritu de oración; siendo el iniciador de la renovación de la Iglesia, irradiaba la paz de quien confía siempre en el Señor. Se lanzó decididamente por los caminos de la evangelización, del ecumenismo, del diálogo con todos, teniendo la preocupación paternal de llegar a sus hermanos e hijos más afligidos.
«Juan XXIII es uno de los papas más importantes y más relevantes de la historia del cristianismo porque consigue enterrar 15 o 16 siglos de historia y recupera lo que sería el verdadero cristianismo, que se refleja en el diálogo, no en la condena. El diálogo con la cultura moderna, con los no creyentes, con las otras tradiciones religiosas y dentro de la propia Iglesia Católica» (Juan José Tamayo, teólogo y catedrático de historia de las religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII).
«Roncalli introduce dentro de la doctrina social de la Iglesia la cultura de los derechos humanos. Y en tercer lugar, quizás lo más importante -que no fue seguido por el Concilio Vaticano II- la propuesta de una Iglesia de los pobres», agrega Tamayo.
Murió la tarde del 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés, en profundo espíritu de abandono a Jesús, deseando su abrazo, rodeado por la oración unánime de todo el mundo, que parecía haberse reunido en torno a él, para respirar con él el amor del Padre.
Juan XXIII fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 en la Plaza de San Pedro, durante la celebración del Gran Jubileo del año 2000 y el papa Francisco lo declarará Santo este domingo 27 de abril de 2014.
Fuente: Agencias