San Salvador.- Con el compromiso de seguir «impulsando nuestro afán de vivir el Evangelio con la ternura que transforma las incertidumbres y adversidades en ‘la casa de Jesús (EG)» concluyó la XXXVI Asamblea General Ordinaria del Celam, que se llevó a cabo en la ciudad de San Salvador, El Salvador, del 9 al 12 de mayo. En el mensaje final, los obispos suscribieron una declaración con el título de «Una Iglesia pobre para los pobres», en el que los obispos manifiestan que reconocen»las experiencias difíciles que viven nuestros pueblos: las polarizaciones políticas crecientes, la escalada de violencia, el drama de los migrantes, el aumento de los índices de pobreza e indigencia, la corrupción estructural, el menosprecio por la vida en todas sus etapas, los nuevos ‘modelos de familia’ la cada vez más reinante cultura del descarte (EG 53).
En el mensaje final, los obispos latinoamericanos expresaron una preocupación especial por la situación de crisis política, social y humana que se vive en Venezuela. «Nos duele especialmente la angustiosa situación que viven nuestros hermanos venezolanos», dicen.
Afirman que «escuchamos la realidad de nuestros países y evaluamos el caminar del Celam al servicio de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe» y «sentimos la llamada del maestro que nos invita a tocar sus llagas, a confirmar nuestra fe y a fortalecer la comunión en el compartir eucarístico».
El mensaje fue presentado por el cardenal Rubén Salazar, presidente del Celam, monseñor Juan Espinoza, secretario general y también estuvieron presentes el cardenal Sergio da Rocha, arzobispo de Brasilia y presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil y monseñor Diego Padrón Sánchez presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela.
En el comunicado los obispos manifiestan lo que se ha celebrado y reafirman «la latinoamericanidad de la Iglesia y el caminar colegiado entre martirio y esperanza».
La Iglesia latinoamericana camina con las marcas del cordero crucificado que es Cristo. Se reconocen las experiencias difíciles que viven los pueblos latinoamericanos. Los obispos afirman: «Sentimos la llamada del maestro que nos invita a tocar sus llagas, a confirmar nuestra fe y a fortalecer la comunión en el compartir eucarístico».
Finalmente los obispos concluyen el comunicado afirmando que: «El resucitado nos ofrece paz y alegría y nos envía con la fuerza de su Espíritu a testimoniarlas en nuestro continente con gestos concretos de reconciliación». Significa que frente al rompimiento producido por tantas realidades que aquejan el futuro en Latinoamérica está en la reconciliación que trae la paz.