El 16 de diciembre, en varios países del mundo cristiano se inició el novenario de preparación a la celebración del recuerdo del nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre. La Novena de Navidad, según publica el sitio de la Conferencia Episcopal de Colombia, habría sido creada por «el místico y lingüista ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea, OFM. Nacido en Quito (Ecuador), en 1700 y fallecido en Cali (Colombia), el 3 de noviembre 1773.
La novena navideña es un ejercicio de piedad popular muy popular en las familias católicas como una reflexión que prepara a los fieles para la celebración de la Navidad, en torno a los íconos y figuras que recuerdan el nacimiento de Jesús en un portal de Belén.
En torno a los íconos de la Navidad, el papa Francisco consideró que «ayudan a crear una atmósfera navideña favorable para vivir con fe el misterio del nacimiento del Redentor». En el día de la inauguración del Pesebre y del encendido del árbol de Naviad en la Plaza de San Pedro, la semana pasada, invitó a releer la Carta Apostólica Admirabile signum, sobre el significado y el valor del Belén, que firmara un año atrás en Greccio.
Para el papa Francisco, «esta Navidad, en medio del sufrimiento de la pandemia, Jesús, pequeño e inerme, es el ‘Signo’ que Dios dona al mundo».
El pesebre habla de la pobreza evangélica
Refiriéndose a estos dos iconos de la Navidad, que «ayudan a crear una atmósfera navideña favorable para vivir con fe el misterio del nacimiento del Redentor», el Papa habló de la pobreza «buena» de la que nos habla el pesebre, es decir, «la pobreza evangélica»: una pobreza – dijo- que nos hace «bienaventurados». Y se detuvo a contemplar idealmente a los personajes:
Al contemplar la Sagrada Familia y los diversos personajes, nos atrae su desarmante humildad. Nuestra Señora y San José van desde Nazaret hasta Belén. No hay lugar para ellos, ni siquiera una pequeña habitación (cf. Lc 2,7); María escucha, observa y guarda todo en su corazón (cf. Lc 2,19.51). José busca un lugar para ella y el niño que está a punto de nacer. Los pastores son protagonistas en el pesebre, como en el Evangelio. Viven a cielo abierto. Vigilan. El anuncio de los ángeles es para ellos, y van inmediatamente a buscar al Salvador que ha nacido (cf. Lc 2,8-16).
Jesús, pequeño e inerme, es el «Signo» que Dios dona al mundo
La fiesta de la Navidad -continuó el Santo Padre- nos recuerda que Jesús es nuestra paz, nuestra alegría, nuestra fuerza, nuestro consuelo. Pero, «para acoger estos dones de gracia», «necesitamos sentirnos pequeños, pobres y humildes como los personajes del pesebre».
También esta Navidad, en medio del sufrimiento de la pandemia, Jesús, pequeño e inerme, es el «Signo» que Dios dona al mundo (cf. Lc 2,12). Un signo admirable, como la carta del pesebre que firmé hace un año en Greccio. Nos hará bien volver a leerla en estos días.
El árbol y el pesebre permanecerán en exhibición hasta el domingo 10 de enero de 2021, al concluir tiempo de Navidad, que coincide con la Fiesta del Bautismo del Señor.