Señor, enséñame a ser generoso. /Enséñame a servirte como lo mereces; /a dar y no calcular el costo, /a luchar y no prestar atención a las heridas, /a esforzarme y no buscar descanso, /a trabajar y no pedir recompensa, /excepto saber que hago tu voluntad.
Esta oración, atribuida a san Ignacio de Loyola, es la que cada mañana rezaban juntas las hermanas de la Caridad Anselm, Reginette, Margarita y Judith. Ellas tenían ‘algo’ en común antes de morir en martirio la mañana del 4 de marzo de 2016.
Mientras servían el desayuno a los discapacitados y los ancianos que encontraban amparo entre las paredes del albergue de Aden, en Yemen, irrumpió la violencia, el sinsentido, la sordidez de la muerte, que las unió para siempre como testigos de Jesús. En ese mismo suceso también fueron asesinados 12 civiles más y fue secuestrado ──y continúa en esa misma situación hasta el cierre de esta nota── el sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil.»
Los textos entrecomillados que anteceden corresponden a una nota de mi autoría publicada por Vida Nueva Cono Sur (VNCS) a fines de mayo del 2016 a apenas 2 meses de haber sido secuestrado el padre Tom luego de presenciar la masacre que se autoadjudicó un grupo islámico radicalizado parte de Isis.
En aquellos días sacudían esas noticias de su secuestro y las muertes de los 16 que llegaban desde Yemen. En América y en el mundo golpeó con dolor ese atropello a los derechos humanos. Hoy podemos decir con gran alegría que el padre Tom está de vuelta en casa. Fue liberado por sus captores el 12 de septiembre, el 13 se reunió con el Papa Francisco en un encuentro cuya gestualidad fraterna habla por sí sola, el 16 de septiembre brindó una conferencia de prensa en la Casa General Salesiana en Roma y actualmente se encuentra instalado en Muscat, Omán.
En dicha conferencia de Prensa organizada por la Agencia de Noticias Salesianas el padre Tom se expresó sobre sus captores, sus días en cautiverio y sus primeros pensamientos al recuperar la libertad:
• «Su primer pensamiento fue para las Misioneras de la Caridad que habían fallecido. ‘Agradezco a Dios, y de verdad me siento muy contento de ver a las Misioneras de la Caridad presentes en este recinto. Les ofrezco mis condolencias.’ Luego de este momento, tuvo que detenerse durante unos instantes pues las lágrimas y la emoción no le permitían continuar.»
• Recordó el día de su secuestro: «No lloré, no tuve miedo. Lo único que hice fue orar a Dios por las hermanas y por las otras víctimas. Dios ha sido misericordioso conmigo».
• «Nunca fue maltratado y agradeció las ‘oraciones y los sacrificios de todo el mundo’. Aparte de la privación de libertad en la que se encontraba, podía dormir bien, le proporcionaban la comida necesaria, e incluso le ofrecieron una visita médica y las medicinas.»
• Se mostró agradecido con sus hermanos, sus hermanas y los familiares y los amigos que han pedido a Dios por su bienestar. Desde el inicio de su secuestro, el gobierno de la India, las autoridades de Kerala y la Conferencia Episcopal India trabajaron conjuntamente por su liberación.
• «Estoy como estoy hoy porque Dios me ha cuidado.»
• Manifestó que conserva recuerdos emocionantes del encuentro con el Papa Francisco, sobre todo cuando el Santo Padre besó sus manos, «aunque no me sentía digno de ello». Se conoció que Francisco movió todas sus influencias para llegar al proceso coronado con la libertad de padre Tom.
En la misma nota de VNCS de mayo de 2016 citada más arriba, el sacerdote salesiano Facundo Arriola (42), responsable del Área Joven de la orden para la Argentina, respondió en esas instancias de incertidumbre y oscuridad, una pregunta clave que expresaba puro deseo, pura esperanza: «Tomando el concepto ‘sagrado’ de la vida. Imaginemos la vuelta del secuestro. ¿Te gustaría decirle algo al padre Tom? Mucho para decirle. Agradecer ese valor que él, y cualquier misionero, tiene hacia la vida, hacia los últimos y hacia donde no llega el evangelio.
Me imagino que volver después de una situación así te hace ver la vida desde otro lugar. Si bien él ya, en donde estaba, me imagino que es un hombre absolutamente de Dios, esto le resignifica aún más su opción vocacional, misionera y por la vida. No muestra cómo con pequeños como con grandes gestos se puede seguir sacralizando nuestra vida, dignificándola y santificándola en un sentido pleno». Hoy ese deseo es realidad y se celebra la recuperación de la libertad de padre Tom en el mundo entero.