Ciudad del Vaticano.- La «trata desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y dignidad». Y, al mismo tiempo, «deshumaniza a quienes la llevan a cabo, negándoles el acceso a la vida en abundancia». Así expresó el papa Francisco a los participantes en la Conferencia internacional dedicada a la implementación de las Orientaciones Pastorales sobre la Trata de Personas – que él mismo aprobó. Francisco les recordó que en nuestro tiempo ha aumentado el individualismo y el egocentrismo, actitudes que tienden a considerar a los demás desde una perspectiva meramente utilitarista, atribuyéndoles valor según criterios de conveniencia y de provecho personal.
En su discurso, el Santo Padre manifestó su complacencia al recibir a mediodía, en el Aula del Sínodo, a los participantes en la Conferencia internacional sobre la trata de personas, organizada por la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, al final de su conferencia dedicada a la implementación de las Orientaciones Pastorales sobre Trata de Personas, que él mismo aprobó. Tras agradecer las palabras que el Padre Michael Czerny – Subsecretario de la Sección Migrantes y Refugiados – le dirigió en nombre de los presentes, el Pontífice glosó una frase del Evangelio según San Juan que reza: «He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia». Una frase en la que – dijo Francisco – se resume la misión de Jesús. Es decir, ofrecer a todos los hombres y mujeres de todas las épocas la vida en plenitud, según el designio del Padre. Sí, porque – como afirmó el Papa – «el Hijo de Dios se hizo hombre para mostrar a todos los seres humanos el camino hacia la realización de su humanidad, en conformidad con la unicidad y el carácter irrepetible de cada uno».
Un mundo individualista y egocéntrico
Desgraciadamente, el Santo Padre notó que el mundo actual está tristemente marcado por situaciones que dificultan el cumplimiento de esta misión. De ahí que como señalan las Orientaciones Pastorales sobre la Trata de Personas, «nuestro tiempo ha marcado un crecimiento del individualismo y del egocentrismo, actitudes que tienden a considerar a los demás desde una perspectiva meramente utilitarista, atribuyéndoles valor según criterios de conveniencia y de provecho personal».
La trata: una herida en el cuerpo de la humanidad
Tras recordar que él mismo ha denunciado repetidamente esta tendencia de mercantilización del otro, el Papa Bergoglio agregó que una de las manifestaciones «más dramáticas de esta mercantilización» es, precisamente, la trata de personas que en sus múltiples formas, «constituye una herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una herida profunda en la humanidad de los que la sufren y de los que la llevan a cabo». De hecho, el Pontífice no dudó en reafirmar que «la trata desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y dignidad». Y, al mismo tiempo, «deshumaniza a quienes la llevan a cabo, negándoles el acceso a la vida en abundancia».
» Cualquier elección en contra de la realización del plan de Dios es tomar la escalera cuesta abajo, bajar, convertirse en animales »
La trata: un crimen contra la humanidad
El Papa Francisco no dudó en afirmar también que la trata ha dañado seriamente a la humanidad, desgarrando la familia humana y, por ende, también al Cuerpo de Cristo. Por lo que reafirmó que esta plaga «constituye una violación injustificable a la libertad y a la dignidad de las víctimas», que son dimensiones «constitutivas del ser humano querido y creado por Dios». Por esto se la debe considerar «un crimen contra la humanidad». Y, por analogía, esta misma gravedad se la debe atribuir a quienes «desprecian la libertad y la dignidad de todo ser humano», independientemente de que estas personas sean compatriotas o extranjeras.
» Digamos la palabra, sin vergüenza: ‘mercantilización de la persona humana’. Hay que decirlo y subrayarlo porque es la verdad »
Luchar contra la trata y el rescate de los supervivientes
De manera que – como puso de manifiesto el Santo Padre – «todas las acciones que buscan restaurar y promover nuestra humanidad y la de los demás están en línea con la misión de la Iglesia como continuación de la misión salvífica de Jesucristo». Y esta valencia misionera se manifiesta de modo evidente «en la lucha contra todas las formas de trata y en el compromiso por el rescate de los supervivientes»; «una lucha y un compromiso que también tiene efectos benéficos sobre nuestra misma humanidad, abriéndonos el camino a la plenitud de la vida, fin último de nuestra existencia».
Signo tangible del compromiso de muchas Iglesias locales
Por último el Pontífice afirmó que la presencia de estos participantes representa un signo tangible del compromiso que muchas Iglesias locales han asumido generosamente en este ámbito pastoral en la prevención de la trata, en la protección de los supervivientes y en la persecución de los culpables. Por esta razón Francisco les dijo que deseaba expresar su agradecimiento especial a las tantas congregaciones religiosas que han trabajado y siguen trabajando, incluso en la red como vanguardias de la acción misionera de la Iglesia contra todas las formas de trata.
Ante un fenómeno tan complejo queda mucho por hacer
Naturalmente el Papa les dijo que se ha hecho y se está haciendo mucho, pero aún queda mucho por hacer, puesto que frente a un fenómeno tan complejo y oscuro como la trata de personas, es esencial asegurar la coordinación de las diversas iniciativas pastorales, tanto a nivel local como internacional. Y para que su acción sea más adecuada y eficaz, la Iglesia debe saber aprovechar la ayuda de otros actores políticos y sociales. A lo que añadió que las asociaciones estructuradas con instituciones y otras organizaciones de la sociedad civil garantizarán resultados más eficaces y duraderos.
El Santo Padre les agradeció de corazón todo lo que hacen por tantos hermanos y hermanas, víctimas inocentes de la mercantilización de la persona humana. Y tras animarlos a perseverar en esta misión, a menudo arriesgada y anónima, pero por esta misma razón prueba irrefutable de su gratuidad, por intercesión de Santa Josefina Bakhita, reducida a la esclavitud de niña, vendida y comprada, pero luego liberada y «florecida» en plenitud como hija de Dios, les impartió su bendición apostólica, asegurándoles su oración por todos ellos y pidiéndoles que recen por él.
Fuente: Vatican News