Es José Marques de Melo, brasileño y periodista, actualmente dirige la cátedra UNESCO de Comunicación en la Universidad Metodista de Sao Paulo. Él no cree que los medios de comunicación tengan la capacidad de solucionar los problemas sociales, “pero sí pueden ser útiles para movilizar”. Es un convencido de que “si no hay educación sistemática, de buena calidad, la gente no va a demandar nada más de lo que los medios le ofrecen”. Los cambios, dice el experimentado comunicador, “depende de todos, del gobierno, de sus instituciones, de las iglesias, de la sociedad civil organizada”, porque todos nosotros tenemos una deuda con la sociedad.
Más de 50 años, de sus 66 de vida, los dedicó a promover incansablemente la justicia en su Brasil, una labor destacada que le mereció el reconocimiento internacional al Premio Comunicador de la Paz 2009, condecoración otorgada por la Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación, OCLACC. Y es que Marques de Melo vivió los momentos duros de la dictadura militar, principalmente cuando fue impedido de ejercer la docencia en universidades públicas brasileñas durante el periodo 1974-1979. Uno de los fundadores, en 1969, de la Unión Cristiana Brasilera de Comunicación Social, UCBC, luchó junto a toda una generación de convencidos en el cambio social por la democratización de la comunicación. Beneficiado por la Ley de Amnistía Política del año 1979, regresó a su cátedra en la USP.
Recordando sus años mozos dice que una de las mayores satisfacciones en su vida profesional “es el momento en que se buscó la liberación de las clases más oprimidas de la sociedad brasilera. Nunca me olvido, por ejemplo, de mi participación, cuando fui joven, antes del golpe militar en 1964, de los movimientos populares en el nordeste, con los compañeros que nunca habían tenido oportunidad de nada y pudieron recibir aparatos de radio y ahí tuvieron la posibilidad de conectarse con el mundo y mirar que tenían derechos, que se podía solucionar sus problemas; cambios que fueron promovidos por la iglesia, juntamente con otras instituciones de la sociedad civil, fortaleciendo el movimiento eclesial de educación de base, de movimiento de cultura popular”.
En esta experiencia su mayor satisfacción, confiesa José Marques, es haber participado junto a Paulo Freire, “formando a la generación que estaba intentando educar a la población. Por eso yo insisto mucho en la cuestión de la educación, y entender que la comunicación no se reduce a medios sino a procesos que implican a más de la cuestión técnica, a una visión comunitaria, procesos de liberación de la gente a través del conocimiento; solamente cuando lleguemos a una sociedad en la que toda la población tenga acceso a una escuela de buena calidad y que tenga capacidad crítica, podemos salir de la situación que estamos viviendo”, señala.
Democratización y comunicación solidaria
Conversando sobre la importancia de los medios públicos en la democratización de la comunicación, en el caso de Brasil, reconoce el gran apoyo que entrega el presidente Lula da Silva a la televisión pública, pero también destaca el liderazgo de las mujeres. “La televisión pública en Brasil está mejorando los niveles de aceptación ciudadana, está logrando una mayor sintonía gracias a la gestión que le van imprimiendo varias mujeres profesionales”, señala sonriente.
¿Cómo mejorar la contribución que pueden hacer los medios para promover una cultura solidaria?, le preguntamos y explica que “actualmente los medios en Brasil están ubicados en este proceso democrático, pero lamentablemente la cultura solidaria no está institucionalizada. Pero el problema es que la solidaridad es algo abstracto, no se habla de algo concreto, y en la mayoría de los casos se limita a determinadas acciones que se visibilizan a través de los medios; por ejemplo, en Navidad el presidente de la república asiste a unas fiestas con los desempleados que sobreviven en la calle, buscando objetos todavía útiles tirados a la basura, pero yo creo que la solidaridad no debe limitarse a un momento, para brindar con ellos, sino que la navidad sea extendida por todo el tiempo. Que las personas tengan la posibilidad de trabajo permanente, empleo digno, esperanza de vida estable”, dice convencido.
La formación, clave para el cambio
Con relación a la responsabilidad que tienen los medios, como parte de la sociedad, para cambiar la realidad, José Marques insiste en que “la clave está en la formación de quienes manejan los medios, de los profesionales. Muchas veces ese es un capítulo que se lo deja de lado. Por ejemplo, muchos institutos y algunas universidades católicas tienen sus carreras de comunicación pero los profesionales que salen de estas instituciones parece que no vinieran de un espacio católico”, puntualiza.
Ilustra la realidad sobre la poca o ninguna incidencia de las universidades católicas en la investigación de la comunicación, explicando que en Brasil, “por ejemplo, el mayor porcentaje del conocimiento en comunicación eclesial casi no proviene de las universidades católicas. Recuerdo que el inventario publicado en mi libro “Comunicación Eclesial: realidad y utopía” (São Paulo, Paulinas, 2005) revela que la mayor parte de ese tipo de conocimiento producido en Brasil ha sido generado por universidades laicas o evangélicas, como la Universidad de Sao Paulo o las universidades metodistas. Mientras que las universidades católicas, con excepción de la universidad de los jesuitas en São Leopoldo, no han hecho casi ninguna aportación, en fines del siglo XX, al pensamiento comunicacional eclesial, lo cual es una contradicción.”, explica Márques de Melo.
Según agrega, el problema de la ausencia del aporte de la universidad para promover el cambio y una cultura solidaria “no es solo de las universidades católicas. También las públicas, las particulares y las privadas deben tener esa preocupación de promover el cambio, la solidaridad. Pero, insisto, eso pasa por la formación de los profesionales, con una sólida formación ética, porque todo profesional debe tener una formación humanista que sea capaz de actuar concretamente en cualquier espacio de la sociedad”, enfatiza.
La comunicación es proceso, no solo medios
Su larga trayectoria en el ejercicio profesional del periodismo, la docencia y la investigación de la comunicación le da la autoridad y convicción para enfatizar que la comunicación debe ser entendida como proceso, y que no se limita a los medios o “cómo manejar los medios”. Al consultarle sobre la contribución que la comunicación puede ofrecer para promover una cultura solidaria, Marques de Melo considera que “La comunicación es un proceso muy amplio que involucra el consumo de los medios de comunicación en la familia, en las comunidades, y muchas veces no hay una comprensión de esa dimensión extra comunicacional, porque falta un trabajo de articulación de la producción de los medios que algunas congregaciones hacen muy bien, como las Paulinas, pero no hay una articulación de todo eso, incluso de los medios laicos con la sociedad. Es decir es un desafío intentar comprender los medios de comunicación como parte de la dinámica social, incluso en la vida eclesial”, expresa.
Marques de Melo duda y lamenta que los medios comerciales tengan poca voluntad política y no asuman compromiso público para involucrarse en este proceso porque “en su gran mayoría son medios capitalistas primitivos”. Explica que “ellos se manejan con una lógica equivocada del mercado”, pues “hay sociedades en las que la lógica del mercado produce diversidad en todo momento y lo que les interesa a algunos medios es atender fundamentalmente a su mercado preferencial”. Pero sí confía en la formación de las nuevas generaciones de profesionales, aunque advierte que “Las nuevas generaciones están hoy día más preocupadas en las tecnologías más que en los contenidos, y les hace falta esa visión utópica.”
Iglesia y comunicación
Un gran conversador, Márques de Melo se muestra interesado por conocer cómo van la organización de comunicación católica en Ecuador y la Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación, OCLACC, que tiene su sede en Quito, luego de lo cual hace un breve diagnóstico sobre la comunicación en la Iglesia. Actualmente “la visión de la iglesia ha cambiado un poco, porque antes tenía una preocupación autoritaria, una actitud de controlar, controlar y controlar”, señala.
Críticamente afirma que “la jerarquía eclesial, generalmente, no ha brindado mayor atención a la comunicación social”, aunque reconoce que “algunos obispos y sacerdotes han demostrado interés y han apoyado y promovido el desarrollo de medios católicos y la reflexión en comunicación, como el caso de Monseñor Leonidas Proaño, en Ecuador, Luciano Metzinger en Perú, Avelar Brandão, Helder Cámara, Paulo Evaristo Arns, en Brasil”.
Añade que “muchas veces la Iglesia como institución crea expectativas que son expectativas frustradas. Cuando la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil dedicó al tema de la comunicación social uno de sus encuentros anuales se esperaba que por ahí surja un proyecto, un plan, una planificación y que defina unas políticas de comunicación en la Iglesia, pero el resultado fue frustrante, un documento muy complejo que no sabían que esa búsqueda de una solución al problema era también el problema”, señala Marques de Melo.
Un infatigable comunicador que promueve la Paz
Con actitud cordial y una conversación pausada, José Marques de Melo comenta que ha recibido muchos premios y reconocimientos a su labor, tanto en su natal Brasil como en el exterior, pero su sensibilidad no la puede ocultar cuando habla del Premio Comunicador de la Paz que le entregará la OCLACC, en el marco del Mutirão Latinoamericano y Caribeño de Comunicación, a inicios de febrero de 2010, en Porto Alegre, Brasil.
Al recibir la noticia de haber sido designado como comunicador de la paz “pensé en todas las personas que se dedicaron a la comunicación eclesial. Me sentí muy emocionado por el hecho de que hace tiempo que no estoy en esa militancia de los movimientos sociales en los que sí participé en mi vida de juventud, en la fase de arranque de la vida intelectual, y no me imaginaba que tuviera ese tipo de méritos; no sé si tengo los méritos para ganar este premio, pero si me han otorgado, creo que eso más tenga que ver con la trayectoria que he desarrollado, sobre todo en la formación de personas que están ahí; yo he formado varias docenas de personas que se dedican a la comunicación eclesial, como doctores, maestros, periodistas, productores de radio, por lo que creo que el premio debe ser para ellos, porque son ellos quienes hacen un trabajo de comunicación para la paz”, dice con humildad.
Por José Mármol y Asunta Montoya/OCLACC