Ciudad del Vaticano.- «El sistema económico actual es insostenible. Nos enfrentamos al imperativo moral, y a la urgencia práctica, de repensar muchas cosas: cómo producimos, cómo consumimos, pensar en nuestra cultura del despilfarro, la visión a corto plazo, la explotación de los pobres, la indiferencia hacia ellos, el aumento de las desigualdades y la dependencia de las fuentes de energía nocivas». Así expresa el papa Francisco en un videomensaje dirigido a los participantes de la «Countdown», un evento digital organizado globalmente por TED para encontrar soluciones inmediatas a la crisis climática: «Cada uno de nosotros puede hacer una contribución», afirma.
El Pontífice cita el momento de dificultad actual, la crisis de la pandemia y la crisis socioambiental. «Esto nos enfrenta a todos a la necesidad de elegir. La elección entre lo que cuenta y lo que no. La elección entre continuar ignorando los sufrimientos de los más pobres y maltratar nuestro hogar común, la Tierra, o comprometernos a todos los niveles para transformar nuestra forma de actuar.
Tras recordar la urgencia de una acción común para evitar las catástrofes venideras, como han dicho los científicos, Francisco habla de la economía, que «no puede limitarse a la producción y la distribución». Debe considerar necesariamente su impacto en el medio ambiente y la dignidad de la persona». El Papa pide una economía «creativa en sí misma, en sus métodos, en su forma de actuar» y propone a quienes le escuchan un viaje «de transformación y acción», con el objetivo de «construir, en el próximo decenio, un mundo en el que se puedan satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, incluidas todas, sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras».
«Quisiera invitar a todas las personas de fe, cristianas o no, y a todas las personas de buena voluntad -afirma Francisco- a emprender este viaje, partiendo de su fe o, si no tiene fe, de su voluntad, de su propia buena voluntad. Todos y cada uno de nosotros, como individuos y miembros de grupos -familias, comunidades religiosas, empresas, asociaciones, instituciones- podemos hacer una contribución significativa».
El Papa recuerda la encíclica Laudato sí y ofrece propuestas concretas. El primero es «promover, en todos los niveles, la educación en el cuidado del hogar común, desarrollando la comprensión de que los problemas ambientales están vinculados a las necesidades humanas; una educación basada en datos científicos y un enfoque ético». En la segunda propuesta, hablamos del agua y los alimentos: «El acceso al agua potable es un derecho humano esencial y universal. Es esencial, porque determina la supervivencia de las personas y por ello es una condición para el ejercicio de todos los demás derechos y responsabilidades», y «garantizar una alimentación adecuada para todos mediante métodos agrícolas no destructivos debería convertirse en el objetivo fundamental de todo el ciclo de producción y distribución de alimentos».
La tercera propuesta es la de la transición energética: «Una sustitución progresiva, pero sin demora, de los combustibles fósiles por fuentes de energía limpia. Tenemos sólo unos pocos años, los científicos calculan aproximadamente menos de treinta, para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Esta transición no sólo debe ser rápida y capaz de satisfacer las necesidades energéticas presentes y futuras, sino que también debe estar atenta a los efectos sobre los pobres, las poblaciones locales y los que trabajan en los sectores de producción de energía».
El Papa subraya que «una forma de fomentar este cambio es conducir a las empresas hacia la necesidad ineludible de comprometerse con el cuidado integral de la casa común, excluyendo de las inversiones a aquellas empresas que no cumplan con los parámetros de la ecología integral y recompensando a aquellas que hagan esfuerzos concretos en esta fase de transición para poner en el centro de sus actividades parámetros como la sostenibilidad, la justicia social y la promoción del bien común».
La tierra, concluye Francisco, «debe ser trabajada y cuidada, cultivada y protegida; no podemos seguir exprimiéndola como una naranja. Y podemos decir que esto, el cuidado de la tierra, es un derecho humano». Y «cada uno de nosotros puede jugar un papel precioso si todos nos ponemos en marcha hoy. No mañana, hoy. Porque el futuro se construye hoy, y se construye no solo, sino en comunidad y en armonía».
Fuente: Vatican News