A la edad de 85 años, el querido Pa’i José Luis Caravias retornó a la Casa del Padre, a causa del avance del cáncer que padecía y que se agravó en los últimos tiempos. Su deceso se registró la tarde de este 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor. El padre José Luis Caravias, SJ, es uno de los sacerdotes jesuitas que han dedicado su vida a acompañar la lucha de los campesinos y los pobres del Paraguay.
Por razones del protocolo sanitario por el COVID-19 no se llevó a cabo ningún velatorio, por lo lo que el cortejo fúnebre se trasladó en caravana desde la comunidad Javier – Taita Róga hasta el cementerio de los Jesuitas en el Centro de Espiritualidad Santos Mártires de Limpio. A las 19h30 se ofició un acto religioso a cargo del P. Oscar Martín, SJ, en la explanada de Santos Mártires.
Semblanza
El padre José Luis Saravia nació el día 2 de noviembre de 1935 en Alcalá la Real (España). Ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Puerto de Santa María, el 1 de febrero de 1954. Estudió filosofía en Alcalá de Henares y vino al Paraguay para realizar su magisterio en el Colegio Cristo Rey de Asunción en los años 1961-1964. Regresó a España para los estudios de Teología. Fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1967, en Granada (España).
A su retorno al Paraguay en 1968, fue destinado junto a otro compañero a la compañía San Ramón, de Santiago (Misiones). Inició su experiencia de sacerdote-campesino en las nacientes «Ligas Agrarias Cristianas» (LAC), fue nombrado asesor nacional de las (LAC), cuya experiencia marcó su espíritu de forma definitiva en los 5 años que duró esta actividad.
Trabajó con los campesinos desde su ser campesino, dando cursos constantes de formación, cuya experiencia le sirvió para la publicación de su primer libro «Vivir como Hermanos»; pero, en la noche del 5 de mayo de 1972, durante su estancia en las compañías de Yacarey y Guasú Rocái de Piribebuy (Cordillera), fue expulsado violentamente por la dictadura del Gral. Alfredo Stroesnner. La policía lo llevó hasta la frontera de Clorinda (Argentina), pero a los tres días los gendarmes argentinos, por órdenes superiores, lo obligaron a salir enseguida de su país.
Después de dos meses de descanso en España, volvió de nuevo a la Argentina, el 26 de agosto de 1972, con pasaporte nuevo, ya que el anterior estaba «marcado». El obispo de Sáenz Peña, Chaco argentino, Mons. Di Stéfano, le pidió que fuera a su diócesis para ayudarle en la pastoral con las Ligas Agrarias del Noreste argentino, las circunstancias del momento lo hicieron aterrizar en la pastoral con los hacheros, en el llamado «Equipo Monte».
Fue nombrado párroco de un pueblito del «impenetrable», llamado Avia Terái. Allá, junto con unas «hermanas del Niño Jesús», se metieron en las picadas del monte en busca de los hacheros. Se dedicó a la formación de un sindicato entre aquellos hacheros tan explotados, algunos hacheros, al sacudirse el yugo, acabaron como mártires.
Hizo la Tercera Probación en Santiago de Chile (1971-1972) y los Últimos Votos lo pronunció al Padre General Pedro Arrupe, el 8 de agosto de 1973, en las ruinas de San Ignacio Miní, Argentina.
En Buenos Aires, el P. Jorge Bergoglio pasó a ser su superior provincial, quien lo recibió muy amablemente y pasó a vivir en el Teologado de San Miguel, donde pasó seis meses estudiando Cristología y escribiendo «Cristo nuestra esperanza», allí empezó a adentrarse en los barrios periféricos en los que vivían los paraguayos. Al poco tiempo, el P. Bergoglio, le avisó que tenía informaciones fidedignas de que la «Triple A» (Alianza Anticomunista Argentina) había decretado su muerte, junto a la de otros dos jesuitas más y lo ayudó a escapar rápidamente del paìs, el 11 de octubre de 1974.
De nuevo en España, ya dos veces expulsado, le dieron trabajo en la HOAC (Acción Católica Obrera), donde trabajó en la redacción de un plan de formación para sus miembros.
En mayo de 1975, el P. Arrupe lo destinaría a Ecuador, allí cumplió su misión en las alturas andinas del sur, en un aislado pueblito Quichua, población campesina mayormente indígena. Allí permaneció durante 14 años donde se dedicó, en equipo, a formar Comunidades Eclesiales de Base. En este lugar también compartió misión con el equipo EXPA (EXpulsados del PAraguay) de ese equipo nació la publicación «En busca de la tierra sin mal: Movimientos campesinos en el Paraguay, 1960-1980».
En ese tiempo colaboró en dos proyectos comunitarios amplios. Uno organizado por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, un «catecismo básico», titulado «En camino hacia el Reino de Dios». Y participó también activamente en «Palabra y Vida», materiales de reflexión bíblica para la vida religiosa, promovidos por la CLAR. En esa época viajó bastante por Latinoamérica, siempre impartiendo cursos a las comunidades.
En 1989 con la caída del régimen de Stroessner en Paraguay, el P. Caravias regresó a Asunción donde continuó su trabajo pastoral como Director del CEPAG (1989-1991), luego pasó como superior del Escolasticado en San Cayetano (Bañado Sur), en ese tiempo movilizó a la gente para que con mingas trajeran el agua de Essap a sus barrios y casas. Luego se integró a la Comunidad de la Curia Provincial. Fue nombrado Superior y Rector del Colegio Técnico Javier, Asunción (2000-2005). Superior de la Comunidad Santos Mártires (2005-2012). Vicario parroquial de Cristo Rey. (2012-2015). Miembro de la comunidad Cristo Solidario y Vicario Parroquial (2015-2018). Y desde el 2018 formaba parte de la Comunidad Cristo Rey.
Durante su retorno al Paraguay sin abandonar lo Bíblico, continuó sus publicaciones y cursos de formación, los superiores le encargaron el asesoramiento y formación de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX). Dirigido a gente más profesional en su compromiso por el pueblo, laicos con espiritualidad ignaciana, puso en marcha aquello de la opción profesional por los pobres.
Fue nombrado Asesor Nacional y Eclesiástico de la (CVX) y de Asunción desde el 2011 y en Asamblea Latinoamericana, lo eligieron para formar parte del equipo de coordinación «Magis». En el 2013 participó de la Asamblea Mundial de la CVX en el Líbano.
Además de los libros, ha publicado artículos en diversos periódicos y revistas, intentando siempre relacionar fe y justicia, fe y vida. Aparte de los libros formativos, ha elaborado materiales audiovisuales denominados «Fe y Vida. Biblioteca del Laico», con unos 11.000 libros digitalizados, sobre todo religiosos, pero también sociales y literarios. También desde el 2006 ha seleccionado una colección de películas con mensajes.
En los últimos 30 años estuvo muy metido entre laicos que buscaban el crecimiento de su fe cristiana, acompañando parejas y movimientos matrimoniales, con la ayuda de los «Ejercicios Espirituales en la Vida Corriente. Guías de ayuda para laicos de Comunidades Cristianas», su principal libro en el acompañamiento espiritual.
Fuente: Jesuitas Paraguay