Ciudad del Vaticano.- «En el mundo precario de hoy, el diálogo entre las religiones no es un signo de debilidad»: lo subrayó la mañana de este lunes el Papa Francisco al recibir en audiencia en la Sala Clementina en el Vaticano a los participantes en el encuentro centrado en el documento «Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común», firmado en Abu Dhabi el 4 de febrero por el Santo Padre Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb.
«Me complace también constatar que este Documento, de carácter universal, se esté difundiendo también en las Américas» afirma el Santo Padre iniciando su discurso, y se dice «convencido de que la particularidad y la sensibilidad de países y continentes diferentes» pueden «contribuir verdaderamente a una lectura detallada del Documento y a una mayor y eficaz comprensión del mensaje que transmite».
O construimos el futuro juntos o no habrá futuro
«Las religiones, de modo especial, no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes entre los pueblos y las culturas»: recuerda Francisco remitiéndose a lo dicho durante la Conferencia Mundial de la Fraternidad Humana. Ha llegado el momento – agrega – de que «las religiones se empeñen más activamente, con valor y audacia, con sinceridad, en ayudar a la familia humana a madurar la capacidad de reconciliación, la visión de esperanza y los itinerarios concretos de paz» (4 febrero 2019). Porque, asegura, «nuestras tradiciones religiosas son una fuente necesaria de inspiración para fomentar una cultura del encuentro».
» Es fundamental la cooperación interreligiosa, basada en la promoción de un diálogo sincero y respetuoso que va hacia la unidad sin confundir, manteniendo las identidades. »
Un diálogo que supera lo político
Se trata, dice el Papa, de una «unidad que trasciende el mero pacto político». Y a propósito de este Documento, recuerda el encuentro en febrero pasado con «un político europeo muy sabio» que citando la Conferencia de Yalta de la II Guerra Mundial, evidencia que este Documento «crea fraternidad, supera los pactos, supera lo político – es política en cuanto que es humano, pero la supera, la trasciende, la hace más noble». «Este es el camino» asegura Francisco.
Religiones no son un sistema cerrado
«La intención del Documento – explica el Santo Padre – es adoptar la cultura del diálogo como vía; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio». «De ahora en adelante – precisa – se puede afirmar que las religiones no son un sistema cerrado que no se puede cambiar, sino que con su propia identidad, – que es clave y no se negocia, porque si no hay sometimiento – están en camino».
El papel de los creyentes
El obispo de Roma prosigue su discurso hablando de los creyentes, observados por el mundo constantemente «para comprobar cuál es nuestra actitud ante la casa común y ante los derechos humanos». Además, agrega, el mundo «nos pide que colaboremos entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad, que no profesan ninguna religión, para que demos respuestas efectivas a tantas plagas de nuestro mundo, como la guerra y el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, la corrupción y el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía y, sobre todo, la falta de esperanza».
Integrismo es una peste
Hablando de la fraternidad como «una realidad humana compleja», a la cual se debe «prestar atención y tratar con delicadeza», Francisco subraya la importancia de demostrar que los creyentes son «un factor de paz para las sociedades humanas» y así responder a quienes injustamente acusan a las religiones de fomentar odio y ser causa de la violencia. Se trata – asegura – de cambiar actitudes, «históricas», y pone como ejemplo y símbolo la escena de la Chanson de Roland, cuando los cristianos vencen a los musulmanes y los obligan a elegir entre el bautismo o la espada. «Una mentalidad, dice Francisco, que hoy no podemos aceptar ni comprender ni puede funcionar más». De ahí su exhortación: «Cuidémonos de los grupos integristas, cada uno tiene lo suyo». «Y tratemos con la fraternidad de ir adelante». «El integrismo es una peste».
Sigan trabajando, es el aliento del Papa al final del discurso. «Espero, dice, que este Mensaje de Fraternidad sea recibido por la comunidad internacional, para el bien de toda la familia humana, que debe pasar de la simple tolerancia a la verdadera convivencia y coexistencia pacífica».
Fuente: Vatican News