Con el tema «Pedagogías liberadoras desde la educación pública», se reunieron docentes, estudiantes, padres y madres de varias instituciones educativas (I.E) de la provincia de Cutervo (Cajamarca), durante una hora y media, desde de las seis de la tarde, del 19 al 23 de octubre. La convocatoria estuvo a cargo de la I.E. Fe y Alegría 69 – San Viator, con un equipo humano de tecnología y digital que hizo maravillas para lograr superar las limitaciones de la señal de Internet, aún con las lluvias y los truenos.
David Cuenca, educador y comunicador, religioso de los Clérigos de San Viator, director general y promotor de Fe y Alegría 69 nos cuenta en esta nota lo que plantearon los diversos expertos invitados y las conclusiones a las que se arribó.
El día a día
Se inició con Luis Bretel Bibus, respaldado por sus estudios de la neurociencia, afirmó que la educación memorística no sirve para la vida. Las informaciones que no se usan, que no se ponen en ejercicios, la poda neuronal (poda sináptica) se encarga de eliminarlas. El segundo día, Sigfredo Chiroque Chunga remarcó que el enfoque de la educación popular, particularmente desde la vertiente desde Paulo Freire, es el aporte del ecumenismo cristiano a las pedagogías liberadoras.
El miércoles y jueves, estuvieron presente los sacerdotes José María Vigil y Alejandro Cussiánovich respectivamente. La espiritualidad de la liberación, dijo Vigil, concibe la realidad como un proyecto histórico, una praxis que entusiasma, una espiritualidad de la esperanza (utopía), opción por los pobres en contra las injusticias. Por su parte, Cussiánovich, después de una crítica al modelo civilizatorio vigente, plantea que las pedagogías deben generar climas de relaciones estables, que promuevan protagonismos sobre todo de los estudiantes, producir derechos y generar políticas públicas de atención a las subjetividades.
El último día, Enrique Ochoa, desde la Argentina, presentó los aprendizajes y proyectos de servicios solidarios. La mirada no, dijo, es de caridad o un servicio vertical, paternalista; se apuesta por una solidaridad horizontal que genere fraternidad, en el marco de promover el protagonismo de los estudiantes y cambiar el rol de docente a acompañante de procesos.
A manera de conclusiones
Un horizonte vertebrador de la semana ha sido que la corriente liberadora de la educación no solo es humanista en cuando marco teórico, filosófico y espiritual, sino que en el día a día se juega su identidad en su perspectiva humanizadora, que apunta a aprender desde la condición humana, desde el encuentro con otros, con las otras, desde la vida de los pueblos en la que se encuentras las instituciones educativas.
Así mismo, la espiritualidad en la pedagogía conecta con la realidad como proyecto histórico desde ética, en la justicia, particularmente desde los excluidos; así misma es laica y macro-ecuménica, en relación con la naturaleza, en la relacionalidad de las personas y comunidades, abierta a la trascendencia, según las expresiones religiosas de las diversas confesiones y credos. Esta perspectiva de la espiritualidad está unida al Proyecto Educativo Nacional al 2036 que nos enrumba hacia el reto de la ciudadanía plena.
Desde el enfoque de desarrollo de competencias y desde las pedagogías liberadoras, se redefine el rol de los actores inmediatos. El rol del docente se redefine en su condición de acompañantes de procesos, unido al proceso de autoformación e investigación colegiada. Los estudiantes son los actores protagónicos para la generación de autonomía de sus procesos educativos, aprendiendo a trabajar personal y colectivamente con sus compañeros y compañeras.