Ciudad del Vaticano.- El “camino sinodal” iniciado por el papa Francisco en 2021, y que concluirá con el Sínodo de la sinodalidad en octubre de 2024, avanza. Este jueves 27 de octubre, El Vaticano publicó el Documento para la Etapa Continental (DEC), que es el resultado de los resúmenes obtenidos de la consulta del Pueblo de Dios en la primera fase del proceso sinodal.
Según se explicó, el Documento, que «no es conclusivo, porque el proceso está lejos de finalizar», será la base del trabajo y “marco de referencia” para “el tiempo de escucha, diálogo y discernimiento de las Asambleas sinodales continentales» programadas para el primer trimestre de 2023 (enero-marzo 2023).
La presentación del documento tuvo lugar en la Oficina de Prensa de la Santa Sede y estuvo a cargo de los cardenales Mario Grech, secretario general de la Secretaría General del Sínodo; Jean-Claude Hollerich SJ, arzobispo de Luxemburgo y relator general de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (en conexión virtual); Anna Rowlands, profesora asociada de Pensamiento y Práctica Social Católica de la Universidad de Durham; el padre Giacomo Costa SJ, consultor de la Secretaría General del Sínodo y monseñor Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional.
Entre los temas centrales que se incluyen en el documento se destacan la acogida de las personas LGBT, el escándalo de los abusos, los desafíos del racismo y del tribalismo, la guerra y la violencia.
En la introducción del documento se subraya que en la primera parte de la fase consultiva, “millones de personas de todo el mundo se implicaron en las actividades del Sínodo: algunas participando en las reuniones a nivel local, otras colaborando en la animación y coordinación de las actividades en los distintos niveles, otras ofreciendo el apoyo de sus oraciones. Los verdaderos protagonistas del Sínodo son todas estas personas que participaron […] la sinodalidad dejó de ser un concepto abstracto y adquirió el rostro de una experiencia concreta; saborearon su sabor y quieren seguir haciéndolo”.
En términos de números, la participación “superó cualquier expectativa”. Se recibieron las síntesis de 112 de las 114 Conferencias Episcopales y de todas las 15 Iglesias Orientales Católicas, además de las reflexiones de 17 de los 23 dicasterios de la Curia Romana, así como las de los superiores y superioras generales, los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, las asociaciones y movimientos de fieles laicos. Se recibieron además más de 1.000 contribuciones de particulares y grupos, así como las opiniones recogidas a través de las redes sociales gracias a las iniciativas del “Sínodo Digital”.
En el documento se afirma además que ningún texto “podría condensar la profundidad de la fe, la vitalidad de la esperanza y la energía de la caridad que desbordan las aportaciones recibidas. Detrás de ella se vislumbra la fuerza y la riqueza de la experiencia llevada a cabo en las diferentes Iglesias, al ponerse en camino y abrirse a la variedad de las voces que han hablado. El sentido del proceso sinodal es el de permitir este encuentro y diálogo, cuya finalidad no es producir documentos, sino abrir horizontes de esperanza”.
En este camino, el DEC encuentra su sentido. Este documento “reúne las esperanzas y preocupaciones del Pueblo de Dios disperso por toda la tierra” y ofrece a las Iglesias locales “la oportunidad de escucharse entre ellas en vista de las Asambleas Continentales de 2023, cuya tarea es elaborar un elenco de prioridades, sobre las que operará el discernimiento de la Primera Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar del 4 al 29 de octubre de 2023”.
Desde la Secretaría General del Sínodo subrayan que este documento “no es conclusivo, porque el proceso está lejos de finalizar; no es un documento del Magisterio de la Iglesia, ni el informe de una encuesta sociológica; no ofrece la formulación de indicaciones operativas, de metas y objetivos, ni la elaboración completa de una visión teológica, aunque incluye el precioso tesoro teológico contenido en el relato de una experiencia: la de haber escuchado la voz del Espíritu por parte del Pueblo de Dios, permitiendo que surja su sensus fidei. Pero también es un documento teológico en el sentido de que está orientado al servicio de la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo”.
Fuente: AICA