Alfonso Francia*.- -En Sevilla, el Pregón de Semana Santa, es uno de los eventos más esperados y valorados. Un gran personaje y orador, da el Pregón en un gran teatro. Un asistente, «con algunas limitaciones evidentes», que se hace presente en todos los actos religiosos, estaba en primerísima fila. Y en el momento más álgido del Pregón, el amigo disminuido sube lentamente la escalerilla hasta el escenario, agarra el vaso que se le pone siempre al orador, lo bebe ansiosamente y vuelto al público, dijo: «Estaba sequito». Los asistentes, unos rieron, otros callaron conociendo al «Bebedor», otros se indignaron. El orador improvisó una sonrisita y dijo con humor: «muy bien, la Semana Santa es tiempo de compartir…».
-En Sevilla se llama «capillitas» a algunos que se pasan la vida pensando en su imagen de devoción y lo viven con una religiosidad que algunos definen como poco ilustrada o incluso fanática. Uno de los más asiduos y fervorosos, perdió un día a su hijo. Y esa muerte sólo le producía lágrimas y lamentos. En uno de esos momentos, le dijo a su Cristo, llorando y casi gritando: ¿por qué me has hecho eso a mí que siempre he estado contigo en tu dolor y calvario. No volveré a venir a verte. Si quieres verme, tendrás que ir tú a verme… Sucedió que salió la procesión de su Cristo. Y llovió a mares. En esos casos, a la imagen la encierran en alguna iglesia cercana para que no se estropee la talla. No habiendo una iglesia cercana, la metieron en un garaje, propiedad del cofrade…Lo he oído contar varias veces y se da por verídico pues hay muchos testigos.
* Sacerdote salesiano