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Nuestra querida Amazonia: entre el esplendor y su destrucción

«Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.
Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.

Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos». (Querida Amazonía, 7).

«La querida Amazonia se muestra ante el mundo con todo su esplendor, su drama, su misterio» Papa Francisco ‘Querida Amazonia’

Esplendor en su maravillosa naturaleza, abundancia de agua, riqueza cultural de sus pueblos originarios… Drama de pobreza y múltiples carencias evidenciados con fuerza en esta pandemia del coronavirus. En los nueve países amazónicos, al 26 de junio se registraron 413.403 casos confirmados y 13.409 fallecidos (bit.ly/31n4wzT). En nuestra Amazonia, a la misma fecha, se constataron 3.274 confirmados y 110 fallecidos (MSP Ec). Realidad que se agrava con servicios sanitarios precarios e insuficientes.

Las comunidades de las riberas de los afluentes del Napo y Coca en Sucumbíos y Orellana fueron gravemente afectadas por el derrame petrolero del 7 de abril. En Morona Santiago la erupción del Sangay, el desbordamiento del Río Upano y el riesgo de deslaves en carreteras dificulta acciones para paliar los efectos de la pandemia. El contagio avanza y se extiende en Napo , Zamora y Pastaza. En Orellana, hay ausencia de atención adecuada a los Waorani, prácticamente su estado es de vulnerabilidad y desamparo.

La población amazónica, principalmente indígenas y colonos migrantes, desde hace tiempo, está amenazada de muerte y algunos pueblos en peligro de extinción por la depredación de sus territorios, la deforestación, la ampliación de la frontera agrícola, la contaminación ambiental. Son terroríficos los relatos de intromisiones violentas de compañías madereras, de narcotraficantes y otros que no solo amenazan sino secuestran, hieren y hasta matan. Hay adolescentes ecuatorianos que son obligados a militar en fuerzas ilegales. La sociedad ecuatoriana y particularmente sus mandatarios, estamos obligados a custodiar y defender su existencia, sus derechos fundamentales y su identidad, y la única manera es reconociendo y respetando sus derechos, entre otros los de salud, trabajo, educación, seguridad, territorio… Los discursos tienen que pasar de la retórica vacía y electorera a la práctica y compromiso patriótico real.

Ante esta situación desde la Comisión de Justicia y Paz proponemos asumir como nuestro el sueño de Dios en la Amazonia, trabajar para que se haga realidad y unirnos «por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida» (Querida Amazonia, 7).

En este contexto de angustia y dolor, hay signos y gritos proféticos que nos dan esperanza… tenemos laicos, religiosos, sacerdotes y obispos que dan su vida por todos ellos, basta citar como ejemplos los nombres del Obispo Alejandro Labaka y de la Hermana Inés Arango.

¡Indignarnos por las pandemias que amenazan la vida y seguir denunciando el sistema de muerte! nos permitirá colaborar para que el sueño de Dios, de Alejandro e Inés y del papa Francisco se cristalicen en nuestra querida Amazonia. · #ComuniquemosEsperanza

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Carta de la Comisión Ecuatoriana justicia y Paz | Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe