Gianella Sánchez Guimaraes (*).- Hace unos días un grupo de organizaciones sociales liderada por jóvenes lograron sacar más de 25 toneladas de basura acumulada en la quebrada Yumantay, ubicado en la ciudad de Pucallpa – Ucayali, se movilizaron más de un centenar de personas, entre instituciones públicas, ONGs y empresas quienes en una acción conjunta se sumaron a esta noble iniciativa. Pero cómo llegamos a tener una quebrada considerada por los pobladores como la más contaminada del país, comparándose incluso al Rio Citarum en Indonesia. Yumantay refuerza la urgente necesidad de generar un cambio.
La iglesia católica a través del Laudado Si, una encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común, hace un llamado a generar este importante y necesario cambio en nuestras actitudes y a vivir en armonía con la madre naturaleza, critica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología y es una invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, habla del valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.
Para muchos indígenas que no somos católicos, conocer este llamado que hace la iglesia por un lado nos muestra que ésta no es ajena a los problemas y luchas que enfrentamos los pueblos indígenas por la defensa de la amazonia lo que debe generar la convicción de que la iglesia católica puede y debe ser un aliado importante. Por otro lado, este es un llamado al que debemos acudir toda la ciudadanía pero sobre todo la juventud, quienes debemos asumir el compromiso real de ser agentes de cambio e impulsarlos desde nuestros espacios.
Para comenzar a caminar en esa dirección es necesario partir del consumismo, pareciera que el consumismo de algunos no logra dimensionar el sufrimiento asfixiante de otros, la cultura del descarte no sólo excluye sino que sigue avanzando a pasos agigantados silenciando, ignorando y desechando todo aquello que no le sirve a sus propios intereses. La Amazonia es tratada bajo esta misma lógica, nuestra gente y nuestros bosques son utilizados y luego dejados como inservibles, esto implica asumir el desafío de romper el paradigma histórico de ver a la región amazónica como una despensa inagotable para los estados sin tener en cuenta a sus habitantes.
Para muchos jóvenes indígenas la relación de armonía con la naturaleza se ve interrumpida cuando tienen que migrar a la ciudad en busca de mejores oportunidades de desarrollo, algunos que tienen la posibilidad de hacerlo van a los institutos o universidades mientras que otros llegan para trabajar, sea cual fuere la situación abandonan su vida humilde, pobre pero digna para conocer la ciudad y todo lo que ello implica; los centros comerciales, las múltiples ofertas de consumo y entretenimiento que no han visto antes y la ciudad hace lo suyo, te envuelve, te cambia y pierdes conciencia de lo que te rodea.
Mis viajes por las comunidades indígenas y los sectores más olvidados por las autoridades me ha permitido ver los deseos de superación de muchos jóvenes, que reclaman mejores servicios y en su mayoría a los servicios referidos a educación, lo que evidencia que cada vez son más los jóvenes en la amazonia que buscan sacar del abandono a la tierra que los vio nacer, pero eso no se debe limitar a ser profesionales exitosos, ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable de ciudadanía. El desafío que debemos asumir los jóvenes parte en tener conciencia de que la tierra es un verdadero tesoro que hay que valorar, que urge un compromiso real de cuidarla, de no utilizarla como un objeto descartable, hay que disfrutarla sin necesidad de romper nuestra relación de armonía con la naturaleza. Seamos jóvenes dinámicos y hagamos parte de nuestra vida la defensa de la casa común, utilicemos nuestra energía por puro agradecimiento, acudamos al llamado agonizante de la tierra por instinto y con pasión, que a nuestra edad tengamos más claro que nuestros gobernantes y políticos la urgencia de generar un cambio.
(*) OJIRU/Organización de jóvenes indígenas-Ucayali
Redacción: La Periferia es el Centro. Escuela de Periodismo – Universidad Antonio Ruiz de Montoya